Guatemala busca responsables mientras aumenta a 33 el número de niñas muertas

Guatemala despertó este viernes teñida de luto y llanto por las 33 niñas fallecidas en el incendiarse de un centro estatal de menores, y exigió identificar a los responsables con las plegarias puestas en una veintena de heridas de gravedad.

«Mi hermana ha muerto. No es justo tanto dolor. Tantas familias de luto», clamaba entre sollozos desgarradores una mujer a las puertas del Instituto Nacional de Ciencias Forense (Inacif), donde se amontonan los cadáveres para practicar las autopsias.

Este testimonio es solo uno de los muchos que se han escuchado las últimas horas en Guatemala. Decenas de personas recuerdan a las fallecidas en diversos enclaves mientras los familiares y la sociedad piden justicia para unos niños que habían denunciado agresiones físicas y sexuales durante años.

«Nos violaban. Nos golpeaban. Nos obligaban a abortar (…) lo único que hacían era pegarnos, matarnos de hambre, violarnos», gritaba una joven a las afueras del Hogar Virgen de la Asunción, donde el miércoles ocurrió la tragedia que hasta ahora se ha cobrado la vida de 33 menores, todas niñas.

Esta joven estuvo durante 9 meses recluida allí por fugarse de su casa junto a su hermano, y fue víctima de estos ataques por parte de trabajadores y responsables del lugar, según su versión.

Ella es una de las voces que se han levantado para denunciar las supuestas agresiones que ocurrían en el refugio, en el que convivían huérfanos, niños «rebeldes», otros víctimas de violencia o pequeños con discapacidad.

La muchacha denunció que nadie la ha escuchado y expresó su pesar por las compañeras muertas, que según las primeras pesquisas quemaron unos colchones para protestar por las continuas agresiones físicas, sexuales y verbales que padecían.

Algunos testimonios han asegurado que las adolescentes, en su mayoría de entre 12 y 17 años, estaban encerradas bajo llave en un aula pequeña, de «4 por 4», donde se originaron las llamas, cuyas secuelas mantienen entre la vida y la muerte a otra veintena de chicas en dos hospitales de la capital guatemalteca.

Su estado es muy complicado y según reconocieron los propios doctores las quemaduras son tan graves que la mortalidad, en estos casos, es de un 80 %. Están «extremadamente» delicadas y es cuestión de horas que la lista de fallecidas aumente.

La fiscalía investiga las causas del incendio y también las denuncias que proliferan sobre violaciones físicas y sexuales, agresiones, maltratos y vejaciones desde hace años.

La comunidad internacional ha mostrado su pesar y repulsa por la tragedia, y Unicef, Plan Internacional y Save The Children, entre otros entes, aseguraron que había denuncias previas de «abusos, malos tratos y alimentación inadecuada».

«Es inadmisible que estas niñas y niños, que ya han sido víctimas de violencia, nuevamente están siendo afectados por la ausencia de atención y protección por parte del Estado», añaden las organizaciones.

Impunity Watch calificó al hogar de acogida de «infierno» y la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar como un centro de «tortura y exterminio».

Según una sentencia judicial del año pasado, se reconocieron «vulneraciones de los derechos fundamentales» de los pequeños en su manifestación física, psíquica y sexual.

También se ordenó al Gobierno, a cargo del centro, ampliar y modificar su estructura, buscar a funcionarios capaces e íntegros, y cerrar un área denominada «gallinero» y «jaula» en la que se habían denunciado actos de tortura.

El presidente guatemalteco, Jimmy Morales, admitió este jueves que una tragedia como la del Hogar Virgen de la Asunción «puede volver a suceder en todos los lugares en los que nosotros, como Estado, no estamos poniendo la atención debida».

Aseguró que está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias, se mostró «triste» por las víctimas y también convencido «de que la responsabilidad cómo país no se la podemos echar a nadie más. A nosotros mismos».

Al parecer, el Estado había pedido trasladar a otros centros a los menores más conflictivos, pero dos jueces negaron esta petición, a pesar de que entidades como la Procuraduría de Derechos Humanos denunció que este refugio no reunía las condiciones necesarias.

Grupos sociales presentaron denuncias contra funcionarios del Gobierno por este trágico hecho que hoy fue escenificado frente a la Casa Presidencial, donde vive Morales, con muñecas de plástico quemadas sobre carbón para acusar al Estado de no haber protegido a los niños y que es responsable.

La casa hogar, a cargo de la Secretaría de Bienestar Social, tenía a unos 748 menores, aunque su capacidad es de 400. Desde ayer, muchos fueron trasladados, pero aún quedan algunos y sus familias se agolpan en el exterior para pedir que sean devueltos y que les den información.

Redacción

Agregar comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.