FUENTE EXTERNA
El último soldado alemán en rendirse fue Joseph Keserubung, quien se rindió en 2010, a los 99 años de edad, al quedarse sin munición. Durante más de sesenta años las autoridades de los países aliados desfilaron por su domicilio de Wurzburg intentando conseguir su capitulación.
(Sólo el Presidente Reagan realizó durante su mandato una docena de viajes a Wurzburg para tratar de persuadir al recalcitrante soldado.)
Keserubung, del Sexto Ejército, permanecía atrincherado en el dormitorio de su casa desde 1945. Viendo que no podía aspirarse a su rendición incondicional, las potencias aliadas le ofrecieron determinadas concesiones (la cesión de parte de la Lorena, además del permiso para conservar su uniforme, insignias y medallas), pero Keserubung se mantuvo firme en su negativa.
A fin de economizar municiones, a partir de 1947 se vio obligado a disparar un solo tiro al año. El 7 de marzo del 2010 disparó su última bala, entregándose a las autoridades a la mañana siguiente.
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