Lleva casi 40 años sin fallar una. El profesor Allan Lichtman es un oráculo moderno. El hombre en cuya boca quieren escuchar su nombre todos los candidatos a la presidencia de EEUU. Desde 1984, las predicciones que ha hecho sobre el ganador de las elecciones en su país han sido siempre correctas. ¿Y qué vaticina para este año? Pues que se acaba la era de Donald Trump y empieza la de Joe Biden.
Su empeño en acertar lo que arrojarán las urnas viene de lejos. En 1981, este reputado historiador conoció en el Instituto de Tecnología de California a un experto en terremotos ruso que le hizo una propuesta que no esperaba. Vlaidmir Keilis-Borok había dedicado su carrera en la Unión Soviética a desarrollar un método que permitiera anticipar cuándo se iba a producir un terremoto y quería probar su validez también para pronosticar con éxito el desenlace de procesos electorales. Y como en la extinta URSS no había elecciones democráticas como en EEUU, decidieron probar. Juntos desarrollaron un modelo de trabajo que ha acertado quién iba a ser el ganador en las elecciones presidenciales en Estados Unidos desde la reelección de Ronald Reagan. Licthman lo ha seguido aplicando con éxito tras la muerte de su colega, en 2013.
Su apuesta no nace de la nada, pues, sino que está sustentada en un método de 13 pasos, que arroja respuestas sumando y restando variables. Licthman habla de “13 condiciones o llaves” que juegan en contra o a favor de la formación que ocupe la Casa Blanca en cada momento, el republicano, en este caso. Cuando seis o más de ellas no se dan, es cuando se produce un “terremoto político”, es decir, el partido en el poder pierde. “La decisión, al final, es sobre cómo se ha gobernado el país, no sobre la campaña. La cuestión es si el partido en el poder merece cuatro años más”, indica a la BBC.
“El Nostradamus de las elecciones presidenciales”, como lo llama el diario The New York Times, sólo tropezó en la apretada elección de 2000, cuando el candidato republicano George W. Bush se impuso por una estrecha diferencia al demócrata Al Gore. Este último logró más votos que el primero, pero el sistema electoral estadounidense terminó por darle la presidencia a Bush. “Ganó Al Gore en el voto popular. En el 2001 presenté un informe ante la comisión de derechos civiles y demostré que las elecciones fueron robadas”, matiza en declaraciones a La Sexta.
Las razones de su vaticinio
¿Por qué este profesor apuesta en 2020 por Biden, exvicepresidente con Barack Obama? Comienza explicando los fallos de Trump que le han hecho perder enteros: los republicanos, por ejemplo, perdieron en 2018 las elecciones legislativas que siempre se celebran a mitad del mandato del presidente, esenciales en este análisis; la pandemia del coronavirus ha llevado Estados Unidos a la recesión, por más que el presidente diga que la economía va viento en popa, y pese a que el Producto Interno Bruto de Estados Unidos venía creciendo de manera sostenida en el mandato de Trump, la pandemia lo ha cambiado todo en pocos meses.
Más: después de la muerte de George Floyd a manos de la policía en Mineápolis se desató una ola de protestas en el país y hubo graves episodios de violencia, con lo que ha habido una alta conflictividad social; Trump fue objeto de un proceso de impeachment, un juicio político en el Congreso y ha sido protagonista de otros muchos escándalos, desde el de la supuesta trama rusa para influir en los comicios de 2016 hasta las acusaciones de nepotismo en la Casa Blanca; Lichtman cree también que Trump no ha sufrido grandes fracasos, pero tampoco ha cosechado ninguna victoria relevante, y no tiene carisma, es “un gran showman”, pero su figura solo genera simpatías en su base más fiel de votantes.
Eso pone siete llaves en poder de Biden. Pero hay otras seis en las que Trump sale ganando, en esta empatada pelea. A saber: ningún rival desafía al presidente en las primarias del partido en el poder, porque no ha habido alternativa, sino ordeno y mando en las fijas republicanas; es el presidente en ejercicio, que busca la reelección, y eso da caché; y tampoco hay candidato de un tercer partido.
Más cosas a su favor: ha habido grandes cambios en la política patria, como la reforma de los impuestos, y ha utilizado las Órdenes Ejecutivas que puede aprobar el presidente para revertir muchas políticas de la era Obama; el ejército de Estados Unidos no ha sufrido grandes fracasos en el exterior (Trump suele decir que es el primer presidente moderno que no ha empezado una guerra); y el candidato que le desafía como presidente no tiene carisma, porque Biden no levanta pasiones, precisamente.
Biden ganador, dice Licthman, pero sin perder de vista circunstancias que pueden alterar su plan: el coronavirus, las injerencias de Rusia o Irán, los escándalos que cada campaña se saque de la manga en el último minuto… Pese a ello, insiste en la fortaleza de sus conclusiones: sólo puede fallar si los resultados se impugnan ante los tribunales o si la desmotivación y las dudas sobre las elecciones terminan por dar una baja participación.
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