El orgullo de la fuerza naval de Japón, el JS Izumo, realiza estos días un viaje sin precedentes por aguas asiáticas que se extenderá durante los próximos tres meses.
El Izumo es el barco más grande construido por Japón desde el final de la II Guerra Mundial y se parece mucho a un portaviones. Ya ha participado en la primera exhibición de barcos de guerra de Singapur, un encuentro internacional en el que flotas procedentes de Asia y de más allá se reúnen para demostrar sus capacidades.
Hay un creciente apoyo en Japón a favor de una respuesta más contundente ante las frecuentes muestras de poder que los militares de China realizan en torno a las aguas japonesas, por lo que las Fuerzas de Autodefensa de Japón se han vuelto cada vez más activas en la región.
Todo esto forma parte de los planes del primer ministro Shinzo Abe de aflojar las limitaciones constitucionales que actualmente restringen el papel de las Fuerzas de Autodefensa de Japón.
El mar es el tablero en el que ahora se juega esta partida.
Con la narrativa del sufrimiento y de la humillación sufrida por China a manos de las fuerzas imperiales japonesas durante la II Guerra Mundial como telón de fondo, el tránsito del Izumo a través del Mar de la China Meridional es un asunto particularmente delicado para Pekín.
En especial, dado el abierto apoyo dado por Tokio a la decisión de la Corte Permanente de Arbitraje en contra de las reivindicaciones territoriales que China ha querido realizar en una porción importante de ese mar.
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