Escala de los huracanes se queda corta: Habrá que buscar la 6!

La escala con la que actualmente clasificamos las tormentas tropicales y huracanes en todo el mundo se denomina “Escala Saffir-Simpson”. A finales de la década de 1960 el ingeniero Herbert Saffir y el meteorólogo Robert Simpson, que por esa época era el director del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, realizaron una división de cinco categorías en función de la intensidad del viento de cada ciclón.

Han pasado más de 50 años desde que se desarrolló esta escala y los expertos apuntan a que el calentamiento global, especialmente el rápido ascenso en la temperatura de los océanos, está consiguiendo que esta escala se quede corta para abarcar el verdadero poder de los ciclones que se forman en nuestros días.

  • Depresión tropical: vientos inferiores a 62 km/h
  • Tormenta tropical: 63 a 118 km/h
  • Huracán Categoría 1: 119 a 153 km/h
  • Huracán Categoría 2: 154 a 177 km/h
  • Huracán Categoría 3: 178 a 208 km/h
  • Huracán Categoría 4: 209 a 251 km/h
  • Huracán Categoría 5: mayor a 252 km/h

Sin embargo la crisis climática acelerada que estamos viviendo en las últimas décadas nos ha dejado demasiados datos para afirmar que esta tradicional clasificación de los ciclones debería modificarse añadiendo una nueva categoría para huracanes que superan los 309 kilómetros por hora.

No es un capricho de los meteorólogos sino que ya contamos con importantes estudios científicos que indican que los ciclones tropicales se están volviendo más fuertes en promedio en relación directa con el aumento de las temperaturas del océano.

El mecanismo atmosférico es sencillo y claro: “a medida que los mares se calientan, los océanos poseen más energía para convertir en viento ciclónico tropical”.

A grandes rasgos, hay que aclarar que el calentamiento global no traerá más huracanes. El número de huracanes que se pueden formar tanto en el Atlántico como en el Pacífico es limitado y no va a cambiar sustancialmente. Cada temporada de huracanes desarrolla un número similar de ciclones y, de hecho, incluso les ponemos nombres al inicio de cada temporada antes de que aparezcan. Lo que sí está cambiando es su intensidad: La cantidad permanece, su poder destructivo se incrementa.

Hace tan solo unos días, Proceedings of the National Academy of Sciences ha publicado dos artículos con una propuesta seria para modificar la actual escala de huracanes, añadiendo una sexta categoría en base a los datos obtenidos en estos últimos años. El artículo principal se titula “La creciente insuficiencia de una escala abierta de vientos huracanados de Saffir-Simpson en un mundo en calentamiento” y posee firmes argumentos sobre la percepción del peligro en una categoría 5 que se deja abierta.

Con las temperaturas de los océanos en alza y, por tanto con unos huracanes cada vez más intensos, contar con una categoría 5 abierta significa que el nivel de peligro y la percepción de amenaza permanecen constantes con independencia de la creciente intensidad de los vientos. Los autores indican que “esto puede considerarse una debilidad de la escala, sobre todo teniendo en cuenta que el potencial destructivo del viento aumenta exponencialmente”.

No es lo mismo un huracán con vientos de 250 km/h que un huracán que alcanza los 346 km/h, como sucedió con el Huracán Patricia en el año 2015. Una diferencia de más de cien kilómetros por hora que debería tener su reflejo en una escala que se está quedando anticuada a un ritmo acelerado.

Además, añadir una sexta categoría para huracanes que superen los 309 km/h (192 mph) también es un movimiento lógico si observamos los ciclones más poderosos que han surgido en los últimos años.

Hace unas décadas era raro encontrar un huracán categoría 5, sin embargo, solo en los últimos años el número de ciclones que entran en esa categoría ha crecido notablemente y en la última década está ocurriendo algo excepcional: los ciclones con vientos superiores a 300 kilómetros por hora se han vuelto más comunes tanto en el Atlántico como en el Pacífico:

Tan solo recordar el Tifón Haiyan de 2013, que mató a más de 6.300 personas en Filipinas. El huracán Patricia que alcanzó 346 km/h (215 mph) antes de debilitarse y golpear Jalisco, México. El tifón Meranti de 2016, el tifón Goni en 2020 o el tifón Surigae en 2021, todos ellos con vientos de 195 millas por hora (315 kilómetros por hora). Sin olvidarnos del poderoso Huracán Otis que en 2023 sacudió Acapulco con vientos superiores a 300 kilómetros por hora.

En definitiva, tanto las predicciones teóricas mediante simulaciones como los estudios empíricos indican “un aumento de la intensidad máxima de las tormentas a medida que los océanos se calientan. Se observa un aumento de aproximadamente el 12% en la velocidad del viento por cada grado centígrado de calentamiento y esto se traduce en un aumento de aproximadamente el 40% en el potencial destructivo”. Una escala desarrollada hace medio siglo no representa con claridad lo que está por llegar en las próximas décadas.

El Motín

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