Cancún, México – El huracán Delta se debilitó ligeramente el miércoles a ciclón de categoría 3 aunque seguía siendo peligroso con vientos de 115 millas por hora (millas por hora). Se esperaba que tocara tierra durante la mañana al sur del balneario de Cancún para después dirigirse a la costa de Estados Unidos esta misma semana.
El mayor impacto inmediato se esperaba en el extremo noreste de la península de Yucatán, un área turística en el Caribe mexicano llena de balnearios, donde se prevé que el meteoro toque tierra en las primeras horas del miércoles.
Toda esa área, desde Tulum hasta Cancún, está formada por localidades totalmente dependientes del turismo, las cuales apenas empezaban a salir del cierre impuesto por la pandemia y recibirán al huracán con muchas zonas ya inundadas y afectadas por la tormenta tropical Gamma.
En Cancún, largas filas se extendían el martes en supermercados, almacenes y gasolineras mientras los residentes se apresuraban a buscar provisiones bajo cielos mayormente soleados. Las autoridades advirtieron a la población que tuviera a la mano agua y comida suficientes para varios días. Los dueños de embarcaciones hicieron fila en rampas públicas para sacar sus botes del agua.
Mientras tanto, comenzaban las evacuaciones de turistas y residentes de las zonas costeras a lo largo de la Riviera Maya y de islas como Holbox a espacios seguros.
Tan sólo en Cancún se habilitaron 160 refugios. Uno de ellos es el centro de convenciones de la ciudad, para los habitantes de la zona hotelera cuyas residencias no son seguras. El lugar puede albergar hasta 1,500 personas.
“Hemos llevado a cabo todos los protocolos” pero “es un huracán fuerte, poderoso”, dijo el gobernador de Quintana Roo Carlos Joaquín. El funcionario aseguró que la región no había recibido un huracán de tal magnitud desde el paso de Wilma en 2005, que tocó tierra como una tormenta de categoría 4 y permaneció 70 horas encima del estado. En esta ocasión, confió en que Delta no dure más de 14 horas sobre el territorio.
Los hoteles con estructuras suficientemente firmes como para soportar el impacto de huracanes comenzaron a mover a sus huéspedes a las zonas más seguras y ponían a punto todos sus protocolos de emergencia.
Lizeth Elena Garza, de 35 años, salió corriendo de su habitación en el Hotel Fiesta Americana Condesa, con su hija de 10 meses en brazos, en cuanto sonó la alarma. Había llegado a Cancún el domingo, con su marido, su otra hija de 4 años y sus suegros procedentes de Reynosa, en el estado norteño de Tamaulipas, y no podía ocultar su miedo.
“No sabemos cómo puede impactar aquí porque nunca hemos estado en una situación así”, comentó.
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