REPORTAJE: Olvidados en la Cuarentena (5)

Por Manuel Novas

Bajo el sol del mediodía, hurgaba y rebuscaba en los tanques de basura para sacar algo de sustento de entre la podredumbre.

Apartaba botellas, plásticos y todo lo que supusiera tendría algo de valor en la desesperación por revender, ganar unos pesos y llevar comida a la casa. A sus cuarenta y ocho años, Juan Piña sufre de una vejez prematura, pese a su color moreno, con un expresivo rostro en el que se leen los sinsabores de una existencia misérrima.

Los primeros días de la cuarentena intentó refugiarse en su casucha, pero la necesidad lo relanzó a las calles con su fiel compañero: un triciclo destartalado. El temor al hambre, dice, es más fuerte que el miedo al Coronavirus.

El oficio de bucear en la basura lo aprendió durante los pocos años en que estuvo como empleado del departamento de Ornato y Limpieza del Ayuntamiento del Distrito Nacional, trabajo del que renunció por temor a las enfermedades e inconforme por la baja paga.

En esos días colgaba de la cola de un camión recolector, por barrios y residenciales, recogiendo basura y retirando escombros de la vía pública.

Piña es uno de los tantos dominicanos que aguardan a ser incluidos en el programa gubernamental “Quédate en Casa”. Nunca lo han llamado, tampoco aparece en la lista de beneficiarios y ya pierde las esperanzas de que en cualquier momento le den la buena nueva.

En su expresión y en las respuesta que da a las preguntas se palpa el desaliento y la frustración que en toda persona originan la pobreza y el abandono.

¿Cómo la pasas?

—Lo mío es bucear, buscar botellas, potes y papeles para ganarme la comida porque no hay nada y no voy a robar.

¿Y la cuarentena?

—Yo tengo que salir varón porque imagínese quién me va a llevar de comer…la ayuda que da el gobierno son media libra de arroz.

¿Estás en el programa?

—Me busqué en la lista y no aparezco. Donde quiera que voy me dicen que no estoy en el sistema.

¿Dónde vives?

—En el Mercado Nuevo, en el barrio Capotillo; vengo aquí en mi triciclo. Tengo un solo hijo.

¿Dónde has trabajado?

—Trabajaba en el ayuntamiento, pero pedí mi cancelación ahí, temía que me iba a malograr en ese trabajo a cambio de nada. Duré un año y pico, eso fue como en el año 2010.

¿Cuál es tu esperanza?

—Que alguien o el gobierno, los que hacen la lista se acuerden de mí y me den mi ayudita.

El Motín

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