La tregua por Navidad entre soldados de la Primera Guerra Mundial

Lo que sucedió en esa Navidad de 1914 fue único, «maravilloso y extraño al mismo tiempo», como lo describió un soldado alemán que vivió lo ocurrido.

Hacia pocos meses había estallado la Primera Guerra Mundial y alemanes, franceses y británicos combatían en los frentes de Bélgica y Francia.

Pero algo increíble sucedió en algunos puntos del frente occidental, en una zona conocida como la tierra de nadie.

«Estábamos en el frente de batalla, a unos 270 metros de los alemanes y en la Nochebuena habíamos estado cantando villancicos y los alemanes también», contó años después el soldado británico Marmaduke Walkinton.

«Nos estuvimos gritando cosas, algunas eran insultos, pero la mayoría de las veces eran bromas».

«Y un alemán dijo: ‘Mañana no disparen, nosotros no dispararemos'».

El testimonio de Walkinton forma parte de un video, del Museo Imperial de la Guerra de Reino Unido (Imperial War Museum, IWM), titulado: The Christmas Truce: What really happened in the trenchs in 1914? (La Tregua de Navidad: ¿Qué sucedió realmente en las trincheras en 1914?).

Esa organización, que posee una extraordinaria colección de cartas, fotos, diarios, periódicos, testimonios de esos días, se ha dedicado a investigar qué pasó durante esa tregua navideña.

Con ayuda del historiador Alan Wakefield, director de la sección del museo dedicada a la Primera Guerra Mundial y a los inicios del siglo XX, nos adentramos en esta historia en la que un grupo de soldados no solo bajó las armas espontáneamente, sino que intercambió regalos con sus enemigos y hasta hubo quienes jugaron fútbol.

Los días previos

Miles de soldados, de varias unidades del frente occidental, participaron en ese cese informal de hostilidades.

Aunque esa tregua no oficial también involucró a algunos soldados franceses y belgas, se dio principalmente entre británicos y alemanes.

En los Campos Flandes (Bélgica) estaban los soldados que protagonizarían el histórico encuentro.

Se encontraban en un área que era propensa a las inundaciones. «El clima, los combates y la construcción de trincheras habían destruido el sistema de drenaje», cuenta Wakefield.

Había llovido mucho, estaba neblinoso, hacía frío. «Mantener y vivir en las trincheras se había vuelto muy difícil para ambos bandos».

Así que en esa zona, durante diciembre, la intensidad de los enfrentamientos disminuyó.

Se dieron una especie de treguas ad hoc en las que los soldados salieron de las trincheras para hacerles reparaciones y evitar que se inundaran o para permitir que llegaran los equipos que traían los suministros de alimentos.

Pero también, en algunos casos, el cese de hostilidades se acordaba velozmente para recoger y enterrar a los soldados caídos.

«Nadie se disparó entre sí».

Poco a poco se crearon las condiciones para que una tregua a pequeña escala se pudiera dar para Navidad en esa zona.

Fraternidad

El 24 de diciembre, hizo mucho frío y lo que estaba mojado pasó a estar congelado.

«En Nochebuena, los alemanes empezaron a celebrar la Navidad. Los británicos vieron luces (de velas) y pequeños árboles arriba de las trincheras de los alemanes y pensaron que quizás les estaban preparando una trampa», cuenta el historiador.

Pero de lo que se trataba era de un intento de hacer decoraciones navideñas en medio de la crueldad de la guerra.

Los británicos escucharon a los alemanes cantar villancicos y los alemanes oyeron los Christmas carols.

Mientras unos cantaron Stille Nacht, los otros hicieron lo propio con Silent Night (Noche de paz).

«Todo en tono amistoso y aunque no se podían ver entre sí, fueron construyendo una atmósfera fraterna en las horas previas a la Navidad».

En la mañana (del 25 de diciembre), los alemanes principalmente fueron los que empezaron a salir de las trincheras y se desplazaron por la tierra de nadie. Unos se acercaron a las trincheras de los británicos y los llamaban.

Y aunque algunas unidades británicas estaban confundidas con lo que estaba pasando, en otras, los soldados también comenzaron a dejar sus trincheras para encontrarse con los alemanes.

Ya eran cientos de soldados de ambos bandos que caminaban por el lugar y que empezaron a hablar, sin armas, y a estrecharse las manos.

Muchos se devolvían a sus trincheras y regresaban con productos. Los británicos, por ejemplo, les dieron chocolates, carne enlatada, pasteles, whisky, a los alemanes y estos les ofrecieron cigarrillos, salchichas, galletas, brandy.

También intercambiaron botones de sus uniformes y periódicos y compartieron regalos que les habían enviado sus familias.

Descubrir al enemigo

«Fue realmente una oportunidad para tratar de olvidar la guerra por una tarde», dice Wakefield.

El Motín

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