POR ALBERTO QUEZADA
“De buenas intenciones está colmado el camino hacia el infierno”, es una frase de tinte y contenido religioso que hace tiempo escuchamos todos y todas.
El concepto lo traigo a colación a propósito de los anuncios de designaciones de funcionarios, desmantelamiento y fusiones de instituciones, dados a conocer a través de la plataforma twist por presidente electo Luis Abinader.
Las medidas han sido ponderadas, aplaudidas y aceptadas, por una amplia franja de la sociedad dominicana, que acostumbra con mucha frecuencia a montarse en el cómodo, pero frágil carro de las olas mediáticas, sin meditar las consecuencias de las mismas.
No soy quien para trazarle pautas a nadie, Dios me libre; mucho menos a un presidente electo como lo es el señor Luis Rodolfo Abinader Corona, quien acaba de ganar con un 52 por ciento las pasadas elecciones presidenciales.
Ahora bien, en la dirección anterior, quien escribe quiere hacer algunas observaciones que pudieran servir de reflexión para aquellos que están aplaudiendo y ponderando las medidas anunciadas por el futuro jefe del Estado dominicano.
En primer lugar, pienso que no es prudente que en medio de una pandemia devastadora y letal como la que estamos viviendo, en donde el sistema sanitario dominicano está a punto de colapsar y la gente está angustiada y depresiva, se estén anunciando medidas que incluyen desmantelamiento y fusiones de instituciones públicas.
Esto no aporta nada, lo que traería esa medida es incertidumbre, pánico y ansiedad, a una población que ya de por sí está abrumada a punto de estallar.
De igual manera, es muy peligroso e inoportuno que en plena paralización de la economía dominicana, en donde el sector privado a informado que más de un millón de empleados están suspendidos y desempleados, se anuncie la eliminación varias instituciones públicas en donde cientos de miles de servidores públicos podrían ir a las calles a consecuencia de las citadas medidas.
El momento es para meditar, ser prudente, ecuánime y aterrizado. En honor a la verdad, la República Dominicana en la actual coyuntura no está en condiciones a mi modo de ver de poner en ejecución ese interesante plan de transformación en la administración pública. Esa medida revolucionaria puede esperar.
Repito, las cosas no se deben apresurar. Insistir en eso sería una invitación a la pérdida del control social y eso no es conveniente para nadie. ¡Cuidado!
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