Los comicios registraron una movilización histórica, la mayor en más de 100 años, pero el aumento del interés de los votantes no se dirigió a un solo partido. A la espera del fin del escrutinio en todos los estados, Trump ha conseguido 72,7 millones de votos, 11 millones más que en el 2016, lo que le convierte en el segundo presidente más votado de la historia de EE.UU.
El primero es Biden, que, con muchos votos todavía por contar en California, por ejemplo, ha conseguido 78 millones de votos. La ventaja en votos del demócrata sobre el republicano es del doble que en el 2016.
Tras asignar esta madrugada, tal y como se esperaba, los 11 votos de Arizona en el Colegio Electoral a Biden las grandes cadenas de televisión han sentenciado esta tarde las carreras en los dos estados que quedaban pendientes. Con una ventaja de 14.152 votos, Biden es el primer candidato demócrata en ganar las elecciones en Georgia en 28 años. Trump, por su parte, ha conseguido retener Carolina del Norte (15 votos), otro estado que los demócratas aspiraban a arrebatarle este año. Biden fue declarado presidente electo el pasado sábado tras confirmarse su victoria en Pensilvania y conseguir los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para ganar la carrera.
Trump, sin embargo, se niega a reconocer su derrota a pesar de que sus intentos de cuestionar los resultados en los tribunales han sido hasta ahora infructuosos debido a la falta total de pruebas de fraude. Todo lo que han presentado son supuestas irregularidades que los jueces no han considerado indicios de un esquema a gran escala para alterar el resultado electoral sino más bien errores administrativos o humanos o incidentes malinterpretados por desconocimiento de cómo funciona el sistema electoral, tal y como puede leerse en los documentos judiciales.
Las autoridades estatales y federales de Estados Unidos dijeron anoche en un comunicado conjunto que “las elecciones del 3 de noviembre fueron las más seguras en la historia” del país, de acuerdo con sus funcionarios encargados de velar por la seguridad electoral integrados en la agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA). No hay prueba alguna de que se hayan borrado o manipulado votos a pesar de las “reclamaciones infundadas y campañas de desinformación” que el sistema electoral ha sufrido en los últimos días, dicen sin citar al presidente, el mayor propagador de este tipo de bulos. “Tenemos absoluta confianza en la seguridad e integridad de nuestras elecciones”, afirma CISA.
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