Donald Trump se niega aceptar su derrota.

Más aislado, Trump se queda sin cartas para desconocer su derrota

WASHINGTON.- Donald Trump salió del Salón Oval de la Casa Blanca, camino hasta el atril instalado sobre una tarima en el Jardín de las Rosas, y dio un discurso que pareció más acorde a octubre que a noviembre: atacó a rivales, elogió su manejo de la pandemia, los avances con la vacuna contra el coronavirus, la mejora de la economía, el empleo y la bolsa, y prometió que «bajo ninguna circunstancia» impondrá una cuarentena, sin hacer mención alguna de su derrota en las elecciones presidenciales, o de su sucesor, Joe Biden.

«Esta administración no irá a una cuarentena», afirmó Trump. «Con suerte, el… pase lo que pase en el futuro, quién sabe qué administración será, supongo que el tiempo lo dirá. Pero puedo decirles que esta administración no irá a una cuarentena», continuó.

Fue lo más cerca que ha estado de conceder el triunfo de Biden. Aislado en la Casa Blanca, sin agenda -el discurso de este viernes fue el primero desde el 6 de noviembre cuando dijo que si se cuentan los «votos legales», ganó la elección-, con menos respaldo y sin opciones a la vista para intentar dar vuelta la realidad, Trump transcurre sus días encerrado en una realidad paralela, sin darle a Biden las llaves de la transición para que empiece a perfilar su gobierno.

«El plan argentino de Trump para el sabotaje de la transición», fue el título que eligió la revista Foreign Policy, en un artículo que compara el inédito cambio de gobierno que atraviesa Estados Unidos con el traspaso entre Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri a fines de 2015. Una diferencia que destaca la publicación: el kirchnerismo, en ese momento, aceptó su derrota. «¿Cuándo admitirá que perdió la elección, señor?», le gritó uno de los periodistas a Trump mientras se alejaba del atril junto al vicepresidente, Mike Pence.

China felicitó el viernes a Biden, el último reconocimiento de una potencia global luego de Alemania, Francia, el Reino Unido, Israel y la mayoría de los países de América Latina, con las excepciones de México y Brasil. «Respetamos la elección del pueblo estadounidense», dijo el vocero del Ministerio de Exteriores, Wang Wenbin. «Felicitamos al señor Biden y a la señora Harris», continuó, agregando que «el resultado se confirmará, de acuerdo con las leyes y procedimientos estadounidenses'».

Las cadenas CNN, ABC, NBC y CBS declararon en las últimas horas ganador a Biden en Arizona y Georgia -que hará un recuento a mano de los votos-, y a Trump en Carolina del Norte. Con esas proyecciones, el resultado final de la elección, que debe ser certificado por los estados, fue 306 electores para Biden, y 232 para Trump. En 2016, Trump había triunfado con la misma cantidad de votos en el colegio electoral.

Trump lanzó una ofensiva legal para impugnar los resultados y denunciar irregularidades en Pensilvania, Arizona, Michigan, Nevada y Georgia. El presidente acusó a los demócratas de «robar» la elección y hacer fraude. Pero esa ofensiva ha tenido escaso eco en los tribunales, y solo este viernes sufrió cinco derrotas en Michigan, Arizona y Pensilvania. Los abogados de Trump decidieron dar de baja una demanda en Arizona, y un bufete de abogados contratado por la campaña del magnate, Porter Wright, se abrió de un caso en Pensilvania.

El equipo de transición de Biden elevó la presión para comenzar con el traspaso del gobierno, en particular para tener acceso a los informes clasificados de inteligencia. «No sabés lo que no sabés, y para prepararte para gobernar es importante tener acceso a esa información», dijo en una conferencia de prensa virtual Jen Psaki, quien trabajó para el gobierno de Barack Obama y ahora se sumó al equipo de Biden, y tildó esa falta de acceso como «preocupante». Pero la vocera de Trump, Kayleigh McEnany, volvió a descartar un traspaso. «El presidente asistirá a su propia investidura», dijo en una entrevista en Fox News, cuando le preguntaron si Trump iría a la jura de Biden. «Cuando se cuente cada voto legal, el presidente Trump ganará», insistió.

Pero, por lo bajo o abiertamente, funcionarios del gobierno federal y republicanos han comenzado a reconocer la inevitabilidad del cambio de gobierno y las escasas posibilidades de dar vuelta el desenlace de los comicios. Uno de los que lo puso por escrito fue Karl Rove, estratega de George W. Bush, en una columna de opinión publicada en el periódico The Wall Street Journal. Luego de elogiar el desempeño de Trump y los republicanos en las elecciones, Rove dijo que Trump tenía derecho de reclamar en los tribunales, aunque era «poco probable» que la ofensiva logre cambiar algo.

«Pero es poco probable que los esfuerzos del presidente muevan a un solo estado de la columna de Biden, y ciertamente no son suficientes para cambiar el resultado final», escribió Rove. «Para ganar, Trump debe demostrar un fraude sistémico, con decenas de miles de votos ilegales. Hasta el momento, no hay evidencia de eso. A menos que surja algo rápidamente, las posibilidades del presidente en la corte disminuirán precipitadamente cuando los estados comiencen a certificar los resultados», anticipó Rove.

Las historias que surgen en la prensa sobre la vida en la Casa Blanca relatan un Trump que ya empieza a mirar hacia 2024, y a la posibilidad de volver a competir por la presidencia. Algunos medios que solían ser leales, como el New York Post o el sitio Drudge Report ahora lo critican. Con ese horizonte, la movida de Trump de declarar a diario que la elección estuvo «arreglada» y que hubo un fraude masivo en su contra es vista por muchos como una jugada para mantener encendida a su coalición de votantes.

El Motín

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