Papa condena en Armenia la proliferación y el comercio de armas

La plegaria ecuménica por la paz al atardecer del sábado en la plaza de la República de Ereván, fue más allá de una simple oración. En un vigoroso discurso, el Papa Francisco denunció con fuerza «los conflictos armados, fomentados siempre por la plaga de la proliferación y el comercio de armas, y por la falta de respeto a la persona humana, especialmente a los débiles».

El patriarca Karekin II, Katholikós de todos los Armenios, que le había acompañado por la mañana en el «papamóvil» por las calles de Gyumri, escuchaba con atención cada una de sus palabras.

Karekin II había mencionado poco antes que en la plaza se encontraban «víctimas de las guerras, el terrorismo y la violencia, refugiados de Azerbaiyán, de Siria y de Irak».

El Katholikós había aprovechado su discurso para acusar directamente a Turquía de mantener «un bloqueo ilegal de Armenia» y de «apoyar las provocaciones militaristas de Azerbaiyán contra el pueblo de Nagorno-Karabakh».

Naturalmente, el Papa evitó a mencionar a países concretos, pero denunció «las trágicas consecuencias de las guerras», y concretamente, el caso de «las poblaciones forzadas a abandonar todo, de modo particular en Oriente medio, donde muchos de nuestros hermanos y hermanas sufren violencia y persecución».

Como advertencia frente a la insensibilidad internacional, Francisco volvió a mencionar, por segundo día consecutivo, el genocidio armenio, ese «exterminio terrible y sin sentido» de un millón y medio de personas cometido por el ejército turco a partir de la primavera de 1915.

Aun sabiendo que molesta a Turquía, empeñada en su negacionismo, el Papa insistió en que «recordarlo no solo es oportuno sino necesario: que sea una advertencia en todo momento, para que el mundo no caiga jamás en la espiral de horrores semejantes».

«Lucha sin tregua contra la corrupción»

Al mismo tiempo, Francisco invitó a los armenios a la reconciliación «para poner las bases de un futuro que no se deje absorber por la fuerza engañosa de la venganza», que incluye «un trabajo digno para todos» y «la lucha sin tregua contra la corrupción, que tiene que ser erradicada».

En ese contexto, el Papa invitó a los jóvenes a «convertiros en constructores de paz», emprendiendo senderos muy difíciles para sus padres como «reanudar el camino de reconciliación entre el pueblo armenio y el pueblo turco, y que la paz surja también en Nagorno-Karabakh».

Como señal visible de confianza en el futuro, la ceremonia concluyó con un gesto simbólico: un grupo de adolescentes con vestidos tradicionales regaron una planta de vid en un arca de Noé de bronce. Al final, el Papa y el Katholikós, aportaron también sus dos frascos de agua en un clima de alegría.

El discurso del Santo Padre en la plegaria ecuménica por la paz era su última intervención extensa en Armenia puesto que su programa para el domingo está centrado en participar en la divina liturgia, presidida por el Katholikós en la sede de Etchmiadzin. En ese marco litúrgico, su saludo debe ser necesariamente breve y centrado en aspectos espirituales.

Por ese motivo, el Papa se despedirá de Armenia hablando de nuevo con los gestos. Se desplazará, acompañado como en cada momento por Karekin II, al histórico monasterio de Khor Virap, para liberar allí dos palomas de la paz ante la frontera con Turquía.

Redacción

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