Era una tarde soleada de verano, con bastante calor y no pocos estudiantes se distraían en la entrada a la explanada de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, donde se había improvisado una tertulia encabezada por un joven defensor de los intereses del grupo Fragua que estaba allí exhibiendo un gran dominio de la ideología marxista, enfrascado en la defensa del pensamiento Mao Tse Tung y su relación con la política criolla.
Ese joven era José Ernesto Oviedo Landestoy, mejor conocido como el “Gordo Oviedo”, quien tenía un gran conocimiento político, pues no obstante ser hijo de un estrecho colaborador del régimen de Trujillo -que fuera privilegiado con el puesto de gobernador de Azua-, en el tramo final de la tiranía este muchacho se asoció al Movimiento Revolucionario 14 de Junio, logrando tener algún tipo de participación en importantes eventos liderados por ese grupo patriótico; y más tarde en el proceso de formación de la Línea Roja del 14 de Junio, que se desarrolló luego de la Guerra Civil de 1965. Se destacaría como miembro de esa entidad marxista, siendo su Delegado en París, donde tuvo oportunidad de relacionarse con líderes políticos europeos y de otras nacionalidades.
El Gordo Oviedo le explicaba a varios jóvenes que ocupaban los asientos de dos bancos situados a la entrada de dicha explanada, cuál era la línea política de su agrupación, motivando que aumentara la simpatía hacia el grupo llamado Fragua, entre los estudiantes presentes, cumpliendo así con su misión de principal orientador de esa organización en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Algunos de los dirigentes fragüeros eran estudiantes de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura y estaban allí presentes, aplaudiendo y celebrando el claro dominio del Gordo Oviedo sobre el marxismo; entre ellos Felvio Rodríguez, secretario general de Fragua, Olga Luciano y un muchacho a quien apodaban “Chino Boca”, que lucía muy criollo, pues no se advertía en su rostro, ni en sus grandes ojos saltones, ni en su color mulato, el más mínimo rasgo oriental.
A la improvisada tertulia se habían sumado varios de los jóvenes de la Juventud Comunista, eternos contradictores de Fragua y enemigos a muerte del Movimiento Popular Dominicano y de su grupo juvenil, que era el Frente Estudiantil Flavio Suero (FEFLAS). Ahí estaban, Salvador Uribe, Robin Alcántara, Ramón Sanabia, Justo Giró y los hermanos Popa, con una clara intención de boicotear la intervención del político defensor del marxismo y del pensamiento de Mao, que ellos defendían con mucho más fervor, aunque tuviesen diferencias absurdas e insalvables.
También fueron vistos en el lugar -tal vez como observadores curiosos- a unos jóvenes gemelos que estudiaban en las escuelas de arquitectura y economía, llamados Porfirio y Doroteo, quienes pertenecían a una familia con una gran tradición democrática y antitrujillista, pues era su abuelo el general Juancito Rodríguez, y su padre, José Horacio Rodríguez, comandante de la lancha “Carmen Elsa” que desembarcó por Maimón, Puerto Plata, el 20 de junio de 1959, cargando la expedición de guerrilleros que bajo el liderato de Enrique Jiménez Moya, vino a enfrentar la dictadura de Trujillo.
El dirigente marxista explicaba entusiasmado el pensamiento de Mao, con una narración ilustrativa de la Gran Marcha del Partido Comunista Chino en 1934 para evadir la persecución del ejercito nacionalista, encabezado por Chiang Kai Shek, y destacaba la sabia estrategia maoísta, y de igual modo, los valiosos aportes para ganar la guerra hechos por valientes guerreros como Lin Piao y por ingeniosos tácticos como Chou Enlai, que lograron establecer la República Popular China, en 1949, y desarrollaron con sus bríos anticolonialistas la famosa revolución cultural.
El Gordo Oviedo, con una ancha sonrisa en los labios y con mucha picardía, se esmeraba en lucir imponente, teatral, como un rey subyugante que tiene el dominio de todo a su alrededor. Con impresionante facilidad atacó a los dirigentes del partido blanco, comparando su forma de hacer política con los mencionados líderes chinos. Y no desperdició oportunidad para lanzar un misil crítico a la figura de Juan Bosch, al calificarlo de dirigente conservador, que concentraba su mejor esfuerzo en mantener su partido lejos del combate, en absoluta pasividad, con una línea política de contemporización y colaboración con el sistema burgués capitalista y con el régimen que él denominaba “dictadura yanqui-balaguerista”.
Pero lo que menos se esperaba el Gordo Oviedo era que a aquel grupo se sumaría -porque fue mandado a buscar- un dirigente calificado como él para decir verdades y evaluar la situación nacional y la problemática universitaria con la misma facilidad de convencimiento que él poseía, aunque no se le comparase en la recurrencia a la ironía y la ridiculización de sus adversarios.
El nuevo contertulio era un antiguo dirigente del FUSD que había ostentado el cargo de secretario general de esa entidad perredeísta y que desde el año 1969 formaba parte de la directiva de la Federación de Estudiantes Dominicanos; habiendo tenido un rol destacado en la conducción de la lucha por el Medio Millón, junto al bachiller Hatuey De Camps Jiménez y sus compañeros de la FED, los bachilleres Fulgencio Espinal, Julio César Martínez, Lorenzo Flores, Miguel Antonio De Camps y Nolberto Soto.
Se trataba de Carlitos Lalane Martínez, un estudiante de arquitectura, de pelo lacio y buen aspecto físico, quien se había incorporado al debate para defender a capa y espada la posición política y académica del partido blanco y las realizaciones del FUSD a favor de millares de estudiantes de escasos recursos.
El bachiller Carlitos Lalane poseía mucho carisma y una sólida formación política y era sin duda el mejor contendiente que tenía el FUSD en la Facultad de Ingeniería para lidiar con las posiciones teóricas del Gordo Oviedo, a pesar de tener allí a dirigentes de la talla de Temístocles Montás y su hermano Rubén, de Carlos Rafael Tamayo Ureña, de Víctor De Camps Jiménez (hermano de Hatuey), de Ramón Armando Carela, Radhamés Segura y de Freddy Pérez.
Además Lalane tenía la experiencia del combate teórico, adquirida en un tiempo relativamente largo sirviéndole al PRD, junto a Bosch y Peña Gómez, y sobre todo, junto a su padre, don Sinencio Lalane, quien era el presidente del PRD en Samaná y uno de los dirigentes más prestigiosos de la región nordeste.
En su historial resaltaba su valentía y firmeza en el momento en que la Policía asaltó la finca de Engombe, supuestamente buscando a los autores del secuestro del coronel estadounidense Donald J. Crowley. Allí estuvo firme, sin dobleces, al lado de Hatuey De Camps, Julio César Martínez, Antonio Manuel Camilo Suazo, Frank Guerrero y Miguel Cocco.
Por eso, nadie tenía más autoridad moral que él; nadie era más apropiado para defender a Bosch y procurar que su figura saliese bien parada de los ataques del Gordo Oviedo sobre una supuesta pasividad del líder perredeísta frente al gobierno de Balaguer.
Y Lalane tomó la palabra para demostrar que el líder del PRD dedicaba sus mejores energías a la organización y educación de los perredeístas, divulgando en forma constante la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular, como una forma de fortalecer el pensamiento nacionalista y democrático de la organización. Y dijo que prueba de ello era el control creciente del PRD en los gremios más importantes del país, como eran la Unión Nacional de Choferes Sindicalizados (UNACHOSIN), dirigido por Félix Alburquerque; la Asociación de Músicos, Cantantes, Bailarines y Afines (AMUCABA), presidida por el doctor Almanzor González Canahuate; la Asociación Dominicana de Abogados (ADOMA), liderada por el doctor Manuel Ramón Morel Cerda, entre otros.
La mejor demostración del trabajo efectivo del líder del PRD se expresaba en el dominio alcanzado en la propia universidad, con el triunfo del FUSD en las elecciones estudiantiles de 1969 y la victoria obtenida por los profesores del PRD, el 28 de febrero de 1970, con la candidatura a rector del Dr. Rafael Kasse Acta, un destacado odontólogo y profesor universitario, miembro de la alta dirección perredeísta.
La campaña anti-Bosch y anti-FUSD, sobre una supuesta pasividad y conciliación con Balaguer, perseguía desmoralizar a los estudiantes perredeístas, en virtud de que en octubre próximo se celebraría elecciones en la UASD para elegir al secretario general de la FED y a los integrantes de los organismos de cogobierno, y por ello el empeño en atacar a Bosch y en presentar una supuesta pasividad e ineficiencia de la gestión de Hatuey De Camps en la FED. Ello explica que el FEFLAS se inventara unas caricaturas que pretendían ridiculizar al líder estudiantil, en las que éste aparecía durmiendo en las nubes.
La verdad era que el FUSD estaba concentrado en la actividad política nacional respaldando la Tesis de la Dictadura con Respaldo Popular y realizando un trabajo arduo para desmontar la campaña de sus adversarios que señalaban que Bosch quería implantar su tesis dentro de la UASD, controlando la FED, la rectoría y todos los estamentos de poder, como los decanatos, que estaban dirigidos por perredeístas de la talla de la licenciada Ivelisse Prats-Ramírez, decano de la Facultad de Humanidades y del doctor Víctor Decamps Cáceres, decano de la Facultad de Ciencias Médicas, quien además de miembro del PRD era hijo de doña María Ofelia Cáceres, una distinguida dama que dirigía la acción social y médica dentro del partido, quien era muy amiga del doctor Peña Gómez y del expresidente Antonio Guzmán.
Lalane rechazó en su intervención los ataques inmerecidos lanzados por el grupo FRAGUA contra De Camps y dijo que esa organización debía despojarse de la dañina enfermedad del sectarismo, reconociendo la labor de rescate hecha por Hatuey, que había llevado a cabo una regencia abierta y unitaria y planteaba el saneamiento de la UASD para garantizar que no perdieran las conquistas obtenidas con la lucha por el Medio Millón, tales como el comedor universitario y el economato, ya que en ese momento había problemas con la calidad de ambos servicios, lo mismo que con el otorgamiento de las becas estudiantiles que hacía el departamento de Bienestar Estudiantil, dirigido por Eduardo Houellemont Roques (Petit).
Expuso que esa actitud intransigente, firme, valiente de Hatuey De Camps despertaba muchas opiniones a favor y también muchas en contra en el seno de la UASD; pues mientras muchos les reconocían su lucha tenaz por la mejoría de las condiciones materiales de existencia de los estudiantes; otros hubiesen deseado que no hiciera nada y que la FED siguiera con la imagen de institución anárquica, sectaria e inoperante que tuvo en los tiempos en que fue dirigida por el anterior secretario general Guaroa Ubiñas, del grupo FRAGUA, que fue uno de los peores momentos de la UASD, en el que ocurrió el desdichado asesinato del joven del FUSD, José María Fadul y Fadul.
La FED de Hatuey De Camps había rescatado la UASD de la anarquía y con el éxito de la lucha por el Medio Millón, logró encarrilarla hacia objetivos de superación académica, dándole estabilidad y credibilidad al quehacer docente.
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