Por Juan Manuel García
Las contradicciones desatadas en el mundillo político y de opinantes del país, podrían esconder intereses e hipocresías oportunistas con miras a largo plazo, dígase las próximas elecciones presidenciales y del sistema legislativo del 2024.
Todos, sin embargo, aparentan querer lo mejor apuntando en la misma perspectiva. Y no indagan, no hurgan en la historia política, en los antecedentes, donde con frecuencia están la mayoría de las respuestas a mano.
El debate parece ingenuo, pero no lo es. La razón de la contradicción está, según declara la parte que entiende debe de llevar la pauta del mismo, la consigna de que los miembros de la Junta Central Electoral (JCE) deben de ser “independientes”. De inmediato le añaden, independientes “y apolíticos”.
Apolíticos quiere interpretarse como no pertenecientes ni obedientes a grupos o partidos políticos.
Algunos buscando una sustentación razonable a sus argumentos, rememoran el protagonismo de otras Juntas fue fueron un éxito. Y cosa curiosa, los materiales de aquellas remembranzas, andan ahí. Y están a mano.
Dígase de la que fuese lo que se dice, ahora, fue una de las Juntas más idóneas. Menos partidistas- Y hasta menos políticas.
Vamos al grano.
César Estrella Sadhalá, es un nombre que es un monumento en la historia política reciente. Y su presidencia en la JCE hizo historia de seriedad y honestidad. ¿César, solamente? No. Eran tres, los estandarte de seriedad de ese entonces. Y dos de ellos están vivos y coleando. Y su coleteo es sensible, porque están en el grupo de más de doscientos que ya son examinados para escoger a los incumbentes del nuevo organismo que organizará los comicios para 2024.
Se trata de Rafael Armando Vallejo Santelises y Luis Mora Guzmán, dos honorables. Dos paradigmas. Ambos fueron de la JCE con Estrella Sadhalá. Y andan, ahí, ya más viejecitos, aspirando a ese mismo protagonismo. Cualquiera de ellos puede ser con una cola de experiencia de decencia, el nuevo presidente de la JCE.
Eso es lo que se llama, ir al grano. ¿Verdad? Adiciónenle otro nombre al lado. Y ya tienen la solución. Ahórrense parte del trabajito. Y también, ahórrense tener que bregar con gargajos, como María, la de la sartén y los huevos fritos.
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