El Papa: el mundo vive los estragos de una cultura del odio

El papa Francisco comenzó este viernes su visita a Rumanía con varios llamamientos a estrechar lazos y avanzar en la unidad con la Iglesia ortodoxa, ante los retos de un mundo que vive los estragos de una “cultura del odio” y del individualismo.

La visita del pontífice argentino se produce veinte años después de la de Juan Pablo II, en 1999, un encuentro histórico porque fue el primer viaje de un obispo de Roma a este país de Europa del este tras su pasado comunista.

Francisco llegó a Bucarest con un claro mensaje ecuménico, pero también social, que fue escuchado por el patriarca ortodoxo Daniel, su Sínodo Permanente y los representantes vaticanos en el palacio del Patriarcado.

El papa alertó sobre varios peligros que encara la sociedad actual, como “una globalización uniformadora que contribuye a desarraigar los valores de los pueblos, debilitando la ética y la vida en común, contaminada en tiempos recientes por una sensación generalizada de miedo”.

Un temor que, según el pontífice argentino, es “a menudo fomentado a propósito y que lleva a actitudes de aislamiento y odio”.

“Tenemos necesidad de ayudarnos para no rendirnos a las seducciones de una ‘cultura del odio’ e individualista que tal vez no sea tan ideológica como en los tiempos de la persecución ateísta, pero es, sin embargo, más persuasiva e igual de materialista”, advirtió.

El pontífice apostó por tender puentes con la Iglesia ortodoxa y defendió que su unidad se remonta a la época de los Apóstoles, Pedro en el caso de Roma y Andrés entre los ortodoxos, pero también están unidos por el reciente pasado de persecución, sobre todo durante los regímenes comunistas.

“Muchos hijos e hijas de este país, de diferentes Iglesias y comunidades cristianas, han sufrido el viernes de persecución, han atravesado el sábado del silencio y han vivido el domingo del renacimiento. ¡Cuántos mártires y confesores de la fe!”, recordó.

Y añadió: “Su ejemplo está hoy ante nosotros y ante las nuevas generaciones, que no han conocido aquellas dramáticas condiciones. Aquello por lo que han sufrido hasta el punto de ofrecer sus vidas es demasiado valioso para que sea olvidado o mancillado”.

A su lado, el patriarca apostó por colaborar para “promover la fe en Cristo y los valores cristianos en una Europa muy secularizada” y para “confesar, defender y promover la familia cristiana tradicional compuesta por hombre, mujer y niños” ante la crisis demográfica.

Este viaje ha demostrado una mejor relación entre Roma y el clero rumano, mejor que la que se vislumbró en las visitas del papa a principios de mes a Bulgaria y Macedonia del Norte, dos países de mayoría ortodoxa cuyo clero no participó en actos religiosos con el pontífice romano.

Hoy, sin embargo, el patriarca rumano y el papa oficiaron juntos el rezo de un Padrenuestro en la nueva catedral de Bucarest, construida con ayuda financiera del Vaticano y donde Francisco expresó su deseo de fortalecer “las raíces comunes de nuestra identidad cristiana”.

Pero también realizó otra crítica social, sobre un mundo regido por “dinámicas orientadas por la lógica del dinero, de los intereses del poder”, por un “consumismo cada vez más desenfrenado que cautiva con resplandores deslumbrantes”.

Los dos líderes espirituales abandonaron la catedral juntos y bendijeron a los fieles que esperaban a sus puertas, y después el papa puso rumbo en el papamóvil a la catedral de San José para oficiar la misa con la que clausuró esta primera jornada.

En su homilía, Francisco apreció a “las tantas mujeres, madres y abuelas de estas tierras que con sacrificio, discreción, abnegación y compromiso labran el presente y tejen los sueños del mañana” y celebró cuando “en la iglesia los diferentes ritos se encuentran”.

Este viaje apostólico empezó con un discurso a las autoridades, entre ellas el presidente Klaus Iohannis, en el que rindió homenaje a todos los migrantes rumanos que han abandonado el país.

Y proseguirá durante el fin de semana con la beatificación de siete obispos martirizados durante la etapa comunista en la ciudad de Blaj, donde además visitará un barrio gitano.

Redacción