Una nueva variante de COVID-19, la KP.2, que contribuye a lo que las autoridades chinas describen como «un patrón de ola de expansión ondulatoria, de bajo nivel» en las infecciones por COVID, fue detectada en Guangdong. Sin embargo, algunos ciudadanos denunciaron numerosas muertes y acusaron a los hospitales de ocultar la verdadera naturaleza de la infección, según declaraciones a la edición en chino de The Epoch Times.
Las autoridades informaron de que la proporción de KP.2 en los casos semanales oscilaba entre el 0,05% y el 0,30%, un nivel bajo comparado con la prevalencia mundial del 14%, de principios de mayo.
A pesar de estas garantías oficiales, siguen muriendo pacientes a causa de las infecciones por COVID-19. El régimen mantiene que estas muertes se deben a enfermedades subyacentes. Según el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, en abril, 14 personas murieron debido a enfermedades subyacentes combinadas con la infección de COVID-19, por lo que ninguna muerte se atribuyó únicamente a insuficiencia respiratoria por COVID-19.
Wang Qian (seudónimo), profesora universitaria en Henan, describió una escena inquietante en un cementerio durante una reciente visita a principios de abril, afirmando que «han aparecido un gran número de lápidas nuevas». La Sra. Wang informó de que cuatro colegas habían fallecido recientemente, tres en marzo y uno el 7 de mayo, a las edades de 31, 58, 52 y 68 años, respectivamente.
Ella relató que un profesor y su esposa sufrieron tos persistente, por lo que fueron hospitalizados, y destacó que «el hospital estaba lleno de enfermos de neumonía». «El personal del hospital sabe lo que pasa, pero no le dicen cuál es la enfermedad en realidad, y no está escrito claramente en los historiales médicos. Todo el mundo sabe que son las secuelas de la vacuna contra COVID, pero nadie se atreve a decirlo en voz alta».
La Sra. Wang también señaló que varios de sus familiares vacunados habían sufrido problemas de salud, como pérdida de visión y herpes zóster. Ella se siente agobiada por el control del régimen. «Ahora, nosotros no nos atrevemos a decir nada. Llevo años sin postear en Internet, por miedo a implicar a otros. Me siento realmente desesperada».
Denuncian frecuentes muertes súbitas
Zhao (seudónimo), un profesor de instituto de Henan, de unos 30 años, se sumó a las preocupaciones de la Sra. Wang. «Ha habido muchas muertes súbitas, sobre todo entre los jóvenes», dijo el profesor, mencionando a tres colegas de alrededor de los 30 que habían fallecido. También informó de muchos casos de enfermedades cardiovasculares, miocarditis y nódulos pulmonares, entre sus conocidos. Él también dijo que tiene nódulos pulmonares.
El Sr. Zhao, dijo que durante la pandemia todo el mundo se vio obligado a recibir múltiples dosis de vacunas. «Yo no quería vacunarme, pero el director me llamó personalmente y me dijo que si no me vacunaba, no tendría que venir a trabajar», relató. Desde entonces, su salud se ha deteriorado. «Mi hijo tiene fiebres frecuentes, resfriados y dolores de cabeza desde que se vacunó. Yo estoy muy preocupado por el futuro de mi hijo, sobre todo con el sistema educativo actual».
También expresó su frustración por la censura en línea, que hace imposible compartir información sobre los efectos secundarios de las vacunas. «Mis posteos en Douyin [la versión china de TikTok] fueron oscurecidos en la sombra, algunas veces silenciados, o mi cuenta era eliminada», dijo el profesor. «El gobierno ha impuesto una severa censura en Internet, por lo que no conocemos muchos datos reales. Si tuviera medios y dinero, hace tiempo que me habría ido de China. Por el bien de mi hijo, tengo que irme».
El Sr. Yu (seudónimo), profesor de secundaria en Sichuan, denunció la muerte repentina de tres colegas, todos ellos altos cargos del PCCh de unos 60 años. Al principio se negó a vacunarse, pero la presión de su director le obligó a hacerlo.
Seis meses después de su vacunación, un examen físico reveló una opacidad en el pulmón derecho, que requirió una medicación que costó más de 3000 yuanes (413 dólares). El Sr. Yu dijo que existe una preocupación generalizada por los problemas de salud después de la vacunación, incluidos los nódulos pulmonares y la disminución de la inmunidad. «La salud de los estudiantes también se ha deteriorado, pero este tema no se puede discutir abiertamente».
«Los profesores ni siquiera pueden hablar en el despacho sobre qué alumnos se vacunaron y qué reacciones adversas tuvieron. Si la administración se entera, a uno le llamarán para hablar. También está prohibido mencionar en Internet cualquier reacción adversa a la vacuna, porque alguien vendrá a su puerta».
En la situación actual de China, donde los ciudadanos se enfrentan a graves problemas de salud y a la censura, destaca la desesperación cada vez mayor de la gente por abandonar el país.
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