¿Debate o retórica de campaña?

Por Darío Caminero

La historia de los debates presidenciales lo marca los Estados Unidos, cuando el  26 de septiembre de 1960, los dos candidatos a presidente por el partido Demócrata y Republicano se midieron en lo que significó el primer debate televisado de la historia de la nación. Kennedy sacó mejor provecho, y luego en un documental de investigación titulado “Vendiendo al Presidente a través de la TV” se demostró que los estrategas de Kennedy habían organizado todo un show ante la veteranía de Nixon. El escenario fue combinado en contraste con la vestimenta que llevaría Kennedy, mientras Nixon la vestimenta era gris del mismo color del escenario, lo que le hacía ver pálido. Unas horas antes Kennedy fue soleado en la azotea del hotel y durmió una reparadora siesta, para tener una mejor apariencia. Se haría de pie, en razón de que conocían que Nixon había sido operado de una pierna, se maquilló a Kennedy con un talco anti sudor, mientras que a Nixon uno normal. La estrategia resultó exitosa, pues se veía a Nixon con las piernas decaída hacia un lado, como denotando cansancio, al sudar se le veía con un pañuelo secándose la cara, lo que daba una apariencia de ansiedad. La gente se concentró más en la forma, que en  el fondo. Demostró que la iconografía, gesticulación y apariencia puede influir en la percepción de la gente. Kennedy ganó el debate y las elecciones de ese año.

Uno de los debates políticos dominicanos más famosos de todos los tiempos fue el suscitado entre el profesor Juan Bosch y el sacerdote jesuita Láutico García, en el marco de la campaña electoral de 1962. Bosch, salió ganancioso, pero en una época en que el deseo de un gobierno democrático después de 30 años de férrea dictadura era inminente y los acontecimientos políticos de Latinoamérica iban por el mismo curso.

Por eso insisto que eso de los debates es una “retórica de campaña política”, pues los mismos se han convertido en incoherencia y doble moral en muchos de los candidatos y/o partidos. Cuando no les ha convenido en la época y circunstancias, se niegan a debatir, y cuando les conviene en otra época y circunstancias, los que en otras contiendas se negaban a debatir, hoy son los mismos que quieren debatir y los que querían debatir ayer por las mismas conveniencias, son los que no quieren debatir hoy.

Sino recordemos en el año 2000, cuando Danilo Medina, reto a un debate a Hipólito Mejía, cuyos estrategas le sugirieron no aceptar. La justificación fue que Hipólito estaba arriba en las encuestas y que Danilo lo que quería era aprovechar el escenario para subir puntos, de ahí la histórica expresión de Danilo Medina: “Quien rehúye a un debate, no merece ser presidente”. Sin embargo  Hipólito Mejía ganó las elecciones, sin participar en el debate.

Luego en el 2016, ocurrió el primer debate, que mas que debate fue una tertulia entre candidatos,  organizado por el Grupo de Comunicaciones Corripio, Grupo SIN y la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), en el que participaron Luis Abinader, Pelegrín Castillo, Minou Tavares Mirabal, Guillermo Moreno, Soraya Aquino, Hatuey de Camps y Elías Wessin Chávez. Danilo Medina fue invitado a participar, esta vez su expresión “Quien rehúye a un debate, no merece ser presidente” cae en el vacío ante su negativa de asistir, justificando que tenía más del 60 por ciento de la intención del voto, y así ocurrió y se demostró en los datos arrojados en las urnas. Leonel Fernández, el Balaguer moderno en la retórica, nunca quiso participar en un debate.

Ninguno de los partidos tiene la condición moral para criticar al otro por no querer debatir, pues ya han pasado por lo mismo. Todo depende de la necesidad de la estrategia política conveniente del momento. Y lo mejor es llevarse del sí o el no de los que asesoramos en estrategia de comunicación. En estrategia de comunicación política, no es al azar, que cuando se asesora un candidato y es invitado a un debate, la pregunta que debe hacerse: ¿en qué le conviene participar? Y claro, si la respuesta es que  las encuestas internas, las externas y la percepción arrojan unos resultados favorables o un empate técnico, nada tiene que buscar en un debate. Y se hace la siguiente pregunta: ¿Qué no ha presentado mi candidato dentro de su proyecto de gobierno en una campaña electoral, de por si larga en República Dominicana? Si la respuesta es que se ha hecho un intenso esfuerzo comunicacional para presentar esas propuestas, proyecto o programa de gobierno, nada tiene que buscar en un debate el candidato que se considere con muchas posibilidades electorales. En un país sin esa tradición, ha quedado demostrado, que por más ataques y críticas por la negativa de no participar, no incide en la percepción y decisión final de los votantes. (El autor es periodista y escritor)

 

El Motín

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