New York Knicks forward Carmelo Anthony (7) reacts after hitting a three point shot in the first half of the Knicks NBA basketball game Brooklyn Nets at the Barclays Center, Thursday, Dec. 5, 2013, in New York. Amthony scored 19 points i the Knicks 113-83 victory over the Nets. (AP Photo/Kathy Willens)

Carmelo busca recuperar su marca

Carmelo Anthony debe estar harto. Harto de perder con los Knicks, harto de que la gente lo perciba como un jugador con talento supremo y logros escuálidos cuyo único título llegó en el 2003 como estudiante de primer año en la Universidad de Syracuse y de que para colmo hasta su matrimonio esté bajo la lupa por las revistas de chismes.

¿Qué puede hacer uno cuando siente que se sofoca bajo las expectativas? ¿Cuando todos te miran con recelo tras haberte perdido la mitad de la temporada pasada por lesión y ver a tu equipo quedar como sotanero de la Conferencia Este detrás de un rival divisional que intentaba perder a propósito con 17 victorias y 65 derrotas?

En el caso de Carmelo Anthony, la única solución que lo llevará a la salida de este túnel oscuro es ganar esta temporada y devolver a los Knicks a los playoffs. No la campaña que viene, no en el 2017. Ya. Mismo.

Nadie dijo que eso será fácil, ni siquiera probable, considerando que el segundo mejor jugador del conjunto neoyorquino es el mellizo Robin López, quien promedió 9,6 puntos y 6,7 rebotes en 59 juegos con los Portland Trail Blazers la temporada pasada.

Para colmo, la cuarta selección del draft de este año es un proyecto a largo plazo que debe mejorar mucho aun como el letón Kristaps Porzingis. Porzingis tiene todo su futuro por delante, pero Melo está corriendo una carrera contra el tiempo en lo que será su decimocuarta temporada en la NBA a los 31 años de edad.

EL KARMA DE CARMELO

Carmelo quería ser el superhéroe deportivo que Nueva York merecía, pero hasta ahora no es el que la ciudad necesita para ganar su primer anillo desde 1973.

El alero veterano se ha perdido al menos 15 juegos en tres de sus cuatro campañas enteras en Nueva York desde que arribó promeniente de Denver en febrero del 2011, y su equipo ha promediado apenas 36 triunfos por temporada durante estos últimos cuatro años.

Su mejor momento fue una primavera de 54 victorias y 28 derrotas durante la campaña 2012-13 cuando Anthony promedió 28,7 puntos por encuentro y los Knicks fueron eliminados en la segunda ronda de los playoffs por los Indiana Pacers de Paul George, una estrella en ascenso superando a otra en el limbo del básquetbol.

En aquella serie era evidente que George todavía no había llegado a su techo y aun así dominó a un Carmelo incapaz de ponerse al equipo al hombro y ser el mejor jugador de la cancha. Sus 39 puntos en el sexto juego de aquella serie fueron una oda a la futilidad.

El bajón de aquella misión incumplida no solo desarmó y llevó a los Knicks a un precipicio del que recién ahora están intentando comenzar a salir, sino que Carmelo promedió de puntos bajó a 27,4 la temporada siguiente y luego a 24,2 en 40 juegos caracterizados por una avalancha de derrotas desmoralizadoras.

Una humillación semejante obliga a barajar y dar de nuevo, a reflexionar sobre lo que es necesario para cambiar la historia y llegar a la cima de una montaña cada vez más empinada, así que Carmelo decidió volver a sus raíces puertorriqueñas para intentar encontrarse a si mismo.

CALIDEZ DE LA GENTE

Primero que nada, en junio de este año Carmelo cambió la pelota naranja por la de fútbol mientras LeBron James y Stephen Curry batallaban en las Finales de la NBA y no solo conoció a Pelé en Cuba, sino que se convirtió en dueño del Puerto Rico FC (un club de la NASL, la segunda división estadounidense, que debutará en el 2016).

Luego él hizo algo inusual y decidió que ya no aceptaría callado a los cuestionamientos de los fanáticos disconformes en Nueva York y alrededor del mundo. Su voz se hizo escuchar claramente en las redes sociales , y la verdad que no estuvo nada mal.

Cuando un simpatizante de los Knicks lo cuestionó por no salir campeón, diciendo que ¨lo está matando¨ y ¨siempre lo decepciona¨, seguro que lo último que esperaba era la siguiente respuesta:

«¡Yo nunca pedí que tu cara de rosquilla con relleno hinche por mi de todas formas!»

Además de impartir justicia por las redes sociales e invertir en el fútbol, Carmelo se divirtió de lo lindo entrenando con la selección estadounidense de cara a los Juegos Olímpicos del 2016 y trabajó con su fundación en Puerto Rico para inauguró una nueva cancha de básquetbol en su tierra natal a fines de agosto.

En cuanto a la selección se trata, Carmelo es un veterano de mil batallas olímpicas con tres Juegos y dos medallas doradas colgando de su cuello. Él es uno de los jugadores predilectos de Coach K y, si se dispone, su lugar en el plantel estaría casi asegurado no solo por su veteranía, sino que por su capacidad innata para trasladar su talento como tirador al estilo FIBA.

Un poco de negocios, una pizca de catarsis y diversión y otra de obras caritativas caracterizaron a un verano que le sirvió a Carmelo para despejar la mente y recargar baterías.

Ahora es cuestión de encarar el futuro con la convicción de cambiar la etiqueta de jugador egoísta que no mejora al nivel de sus compañeros. Queda por verse si la estrella de los Knicks volverá a brillar o si será una supernova a punto de explotar.

Martín Bater

Redacción

Agregar comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.