Alimenta tu cerebro

Nuestro cerebro supone el 2% del peso de nuestro cuerpo. Sin embargo, consume aproximadamente el 20% de la energía debido a su continuo funcionamiento. ¡Y que no pare! Pero para que todo vaya bien y trabaje con la perfección de un reloj suizo, que es lo que nos interesa, tenemos que escoger bien el combustible que le damos. Algunos alimentos servirán para aportarle energía y que tus ideas fluyan sin parar, mientras que otros pueden llegar a deteriorar algunas funciones y, encima, engordarte. A continuación te ofrecemos una completa guía para que le des comidita a tu azotea sin que engordes ni un kilo de más.

Tu cerebro, pura grasa

El omega 3, específicamente el DHA, es un ácido graso abundante en nuestro cerebro y contribuye al mantenimiento de las funciones cerebrales, según la EFSA. El 60% de tu cerebro es grasa y el 8% es DHA y, por tanto, ésta es imprescindible para una correcta salud mental. Varios estudios relacionan una dieta baja en grasa con mayor riesgo de enfermedad: es recomendable consumir 2-3 veces a la semana pescado, en especial azul, o un puñado de nueces al día.

La vitamina animal

La vitamina B12 es una sustancia que podemos encontrar en los alimentos de origen animal y su deficiencia perjudica al rendimiento intelectual. Aunque no suele existir un déficit general si eres vegetariano o mayor de 50 años, es más recomendable que tomes algún suplemento de esta vitamina o alimentos fortificados.

Ponle sal (yodada) a la vida

El yodo es un mineral que contribuye a la función cognitiva y al correcto funcionamiento de las neuronas. Al contrario que otros micronutrientes, su déficit es bastante habitual y tiene consecuencias relacionadas directamente con las funciones cerebrales. Y eso no nos gusta. ¿Cómo evitar que tu cabeza se vea afectada? Pues simplemente poniendo una pizca de sal yodada en tu dieta. Tampoco te pases: con 2,5 gramos basta.

No te oxides

Con la edad y el desgaste diario, nuestro cuerpo se va oxidando. Para prevenir que esto ocurra necesitamos antioxidantes como los flavonoides, que puedes encontrar en algunas frutas y verduras o la vitamina E. Sí, ésa que contiene el aceite de oliva, los frutos secos o el aguacate, así que ya sabes. Incluye estos productos en tu dieta de forma habitual.

Evita la inflamación

La inflamación está relacionada con el deterioro cerebral, por lo que es muy importante que pongas freno a esta situación en tu cuerpo. ¿Cómo hacerlo? Disminuye el consumo de alimentos proinflamatorios como los aceites de semillas o el azúcar, y evita el sobrepeso y la obesidad y en general el exceso de grasa corporal. Este tejido graso es un órgano más de nuestro cuerpo pero en exceso crea citokinas, unas sustancias proinflamatorias nada aconsejables para tu organismo.

Un dulce puede ser amargo

El cerebro, en condiciones normales, se nutre de glucosa, un azúcar, y es necesario consumirlo. Lo cierto es que los picos habituales de azúcar en sangre pueden ayudar al desarrollo de la demencia, por lo que, como puedes ver, atiborrarse de este producto no es lo más adecuado. Lo mejor para nuestro cerebro al consumir carbohidratos es que lo hagas en forma de cereales integrales, que darán energía continua y no producirán las subidas repentinas que queremos evitar.

Agua, como los peces

La deshidratación influye en nuestro estado de concentración y en la disminución de nuestras capacidades cognitivas. Por ello, mantenerte hidratado es esencial para ayudar a que tu cerebro funcione como es debido. Para saber si estás bien hidratado atiende a tu sensación de sed y al color de tu orina. Si es muy oscura deberías beber un poco más de líquido, ya sea en forma de agua, caldos o infusiones. También puedes incluir de forma diaria frutas y verduras que, aparte del habitual aporte de antioxidantes, te dan un extra de líquido en tu dieta. ¡Dos por uno!

Dale energía a tu cerebro

– Entrena tu mente: El ejercicio libera neurotransmisores como la serotonina o la dopamina, hormonas de la felicidad, y evita que se deteriore y mejora la memoria.

– No te estreses: El estrés puede provocar depresión o demencia. Busca cada día unos minutos para ti o practica yoga, relajación o meditación.

– Reposa tus neuronas:  Duerme 8 horas para regenerar tu cuerpo y ¡también tu mente! Dormir mal puede afectar directamente a t

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