TEGUCIGALPA, 27 nov (Reuters) – Las advertencias de un posible juego sucio vuelan de todos lados antes de las elecciones presidenciales del domingo en Honduras, lo que genera temores de posibles disputas y disturbios si la candidata favorita, Xiomara Castro, no gana por un margen claro.
El cargado clima político refleja recuerdos de las controvertidas elecciones de 2017, que el gobernante Partido Nacional ganó luego un conteo tardío y que, según la Organización de Estados Americanos, estuvo plagada de irregularidades antes de pedir una nueva votación.
La oposición dijo entonces que el resultado fue fraudulento y ambas partes reclamaron la victoria. Más de dos docenas de personas murieron en disturbios y la represión posteriores.
En el actual proceso electoral la violencia política ha provocado la muerte de 30 personas hasta ahora, según investigadores de la Universidad Nacional de Honduras.
Salvador Nasralla, quien obtuvo el segundo lugar en los comicios presidenciales de 2017, es el actual candidato a vicepresidente de la oposición en una fórmula liderada por Castro que pregona un «socialismo democrático».
Nasralla acusa al Partido Nacional de planear una repetición de lo que dijo fue una represión de votantes en 2017. «Yo no tengo ninguna confianza en el proceso electoral», dijo a Reuters.
El conservador Partido Nacional utiliza habitualmente su control total de las instituciones gubernamentales y los fondos para recompensar a los partidarios, castigar a los oponentes e influir en las elecciones, han dicho políticos de los dos principales partidos.
Esta semana, el propio partido emitió un comunicado criticando a la autoridad electoral por cometer errores, incluida la falta de transparencia, que podría conducir a una «crisis nacional» con resultados retrasados y sospechosos.
«Genera una situación de alto riesgo electoral», dijo.
La votación del domingo marcará el último enfrentamiento político tenso en Centroamérica, luego de que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, obtuvo la reelección este mes tras arrestar a sus principales rivales.
En una señal de preocupación en la última semana antes de las elecciones, la administración del presidente estadounidense, Joe Biden, tomó la inusual medida de enviar una delegación de alto nivel para reunirse con los principales candidatos, funcionarios del Gobierno y organizadores electorales.
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