Reflexión ante la crisis del Perú

Por Juan López

Esa lamentable realidad explicaLatinoamérica fue estremecida, el pasado miércoles 7,  por la profundización de la crisis política que explosionó en  Perú con la destitución y apresamiento del presidente Pedro Castillo;  aun cuando tal acontecimiento era “la crónica de una muerte anunciada”, desde el mismo día que se conoció su reñido triunfo en balotaje  y  su posterior juramentación, el 28 de julio de 2021.

La premonición vislumbraba esta delicada situación por la que atraviesa Perú,  fundamentado en las “facultades” constitucionales del congreso a realizar  juicios políticos al presidente con el sambenito de «permanente incapacidad moral», por lo cual ya habían fracasado otros dos juicios contra el presidente Castillo. En esta tercera ocasión materializaron la destitución.

Por igual, la constitución peruana facilita “la judicialización de la política” mediante el “supra poder fáctico” que utiliza  la Fiscalía, en base a lo cual había elaborado varias acusaciones contra el presidente Castillo.

También el presidente peruano tiene la atribución constitucional de disolver el congreso.  Estas tres atribuciones (del congreso, la fiscalía y el poder ejecutivo) permiten el peligroso juego de propinar “golpes y contragolpes” en los enfrentamientos políticos entre el poder ejecutivo y el congreso nacional explican, en parte, el contenido de nuestra reflexión “Muy preocupante la crisis política de Perú”, publicada en este importante medio de comunicación, el pasado 20 de marzo, que reseña lo siguiente:

“¿Podrá el  presidente Castillo resultar victorioso de esta nueva encerrona política? Para responder esta pregunta es necesario revisar, serenamente, este prontuario político de presidentes peruanos:

“Los últimos 9 presidentes están huyendo (Alejandro Toledo), muerto (Alan García),  presos: Alberto Fujimori, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuscynsky, Martín Vizcarra y tambien expulsados por el congreso con breves duración en el poder: Manuel Merino y Francisco Sagasti. Ahora le tocó a Pedro Castillo».

En el actual caso es imprescindible analizar su realidad política y el débil nacimiento del gobierno de Pedro Castillo. Veamos:

a)- Su victoria con el partido izquierdista Perú Libre (confeso marxista-leninista) en la segunda vuelta fue con 0.28 %  (49,710 votos), pírrica ventaja por encima de la conservadora Keiko Fujimori. b) De los 130 miembros del congreso, Perú Libre  apenas obtuvo el 19 % de los diputados, mientras el otro  81 % que son diputados de diferentes partidos de la oposición conservadora.

También se debe tomar en cuenta  que:  c) En sus 18 meses de gobierno, el presidente Castillo fue muy inestable,  cambió 5 gabinetes y 80 ministros. d) El presidente Castillo, antes del año,  se desvinculó del partido Perú Libre que lo postuló. Es decir, no contaba con sustentación  política ni congresual. e) La vicepresidente  Dina Boluarte, de militancia izquierdista, había sido expulsada del partido Perú Libre. f) Las encuestas indican un 70 % de rechazo popular del presidente Castillo.

Cuando el presidente Castillo proclamó la disolución del Congreso lo hizo absolutamente solo. No contaba con ningún tipo de respaldo: La vicepresidente, todos sus ministros, las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, sin diputados ni partidos y tampoco había contactado una sola organización de la sociedad civil peruana.

A nivel internacional la misión de la OEA que estaba gestionando el diálogo entre el poder legislativo y el judicial con el presidente Castillo fue sorprendida por los acontecimientos: a) La disolución del Congreso dictada por el presidente Castillo y el Congreso aprobando la destitución con 101 votos (cuando solo necesitaba 87) y el apresamiento del presidente al momento que intentaba asilarse.

Ese panorama estuvo inducido y prohijado por la permanente y dura  confrontación política que se mantiene desde hace tiempo entre el grupo de partidos  conservadores, ahora con amplia mayoría en el congreso y las tendencias liberales dispersas y en minoría.

Ante esa enmarañada encrucijada  y el evidente derrumbe de su gobierno, el presidente Castillo entró en pánico y franca desesperación; actuó con ingenuidad e inexperiencia políticas. Los errores que cometió y decisión, a última hora, de buscar asilo con su familia en la embajada de México evidencian sus torpezas, ausencia de planes, incapacidad comunicacional y ausencia de luces para concertar.

Ahora, un sector de la población está protestando en la calle contra la destitución. La comunidad internacional no se identifica con las actuaciones del presidente Castillo.La presidente Boluarte tratará de completar el período gubernamental hasta el 2026,  para lo cual necesitará el  apoyo del congreso peruano, lo cual es impredecible,  y de la comunidad internacional, en especial de EE.UU., OEA, ONU y EU.

Sin embargo, al hurgar en las consuetudinarias acciones golpistas del congreso, la ausencia de un partido que respalde el nuevo gobierno de la presidente Boluarte;   la crisis económica (inflación por encima del 8 %)  y las protestas populares por reivindicaciones sociales, vaticinan que continuará la inestabilidad política y que, más temprano que tarde, la crisis afectará la paz social, la permanencia de la presidente Boluarte, la institucionalidad y la gobernabilidad democráticas en Perú.

Esta lamentable profundización de la crisis política del Perú, nos obliga a reflexionar en la necesidad de preservar el estado social y democrático de derecho que disfrutamos, a los fines de poner un firme dique de contención contra las improvisaciones políticas, los outsiders y tecnócratas que, carentes de  capacidad  política,  pretendieren asumir la dirección del Estado  porque perjudicarán el promisorio porvenir de la R. Dominicana.

¡La reflexión sobre la crisis del Perú indica que debemos asimilar como  otra lección para que los dominicanos sigamos avanzando sin tropiezos políticos, en paz, con libertades  y en democracia!

El Motín

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