Anthony Ríos.

Recordando a Rachid Zaiter y Anthony Ríos

 

Por Rafael Polanco

En mi escrito anterior, traté sobre los 25 años del fallecimiento del licenciado Jacobo Majluta Azar, a quien muchos llamaban El Turco, y en la ocasión cometí un olvido que me señaló el amigo y colega Alfonso Tejeda, cariñosamente Fonchy, quien me recordó la muerte de un comunicador jacobiano mil por mil, el periodista Rachid Zaiter, la cual coincidió con la de su líder.

Zaiter acompañó a Majluta en todo su recorrido por la política y, paradoja de la vida, también murió en la misma fecha que éste.

Estuvo junto a Jacobo en las distintas posiciones públicas que ocupó en la administración pública, desde la vicepresidencia, primero, y la presidencia después, por 41 días para finalizar el mandato del hacendado Silvestre Antonio Guzmán Fernández, luego que don Antonio se suicidara.

En esa etapa, ejerció como periodista laborando en la entonces Voz Dominicana, luego llamada Radio Televisión Dominicana y actualmente la Corporación Estatal de Radio y Televisión (CERTV).

También fue hombre de confianza de Majluta cuando ocupó la presidencia del Senado, de 1982 al 1986; cuando fue candidato presidencial por el PRD, en 1986, ocasión en la que, se afirma, ganó, pero le hicieron coca y no le permitieron disfrutar el triunfo y se fue junto al político cuando decidió salir del partido blanco y cerrar filas en el PRI.

A 25 años de la muerte de Zaiter, sus familiares, colegas y amigos le recuerdan con afecto, pues, aunque intenso en su accionar político y su ejercicio profesional, también mostró empatía a quienes compartieron con él su tránsito por este mundo.

En esta ocasión quiero también recordar y recordarle a un artista que se marchó de este mundo a los 68 años de edad, el 4 de marzo de 2019. Se trata de Florián Antonio Rodríguez Jiménez, quien se dio a conocer aquí y en el exterior como Anthony Ríos, abriéndose un lugar entre todos.

Este artista tuvo oportunidad de triunfar en el exterior, en plazas como Estados Unidos, México y otras, pero prefirió quedarse y ser, por lo que fue, profeta en su tierra. Fue grande entre los grandes, una leyenda en vida y, que lo sigue siendo aun después de su muerte.

Nacido en el barrio Las Cañitas, en Sabana de la Mar, Hato Mayor, en 1950, Anthony fue criado por su abuela Julia Rodríguez, a quien llamaba mamá Julia, al lado de quien quiso ser sepultado, en el cementerio municipal de su pueblo. Allí reposan, además, los restos de su padre, Antonio Rodríguez.

Hace dos años, un mes después de su muerte, visité su tumba, junto a mi esposa Mercedes Fernández, mi hijo médico Mariano Amaurys, su esposa Cándida Leticia y varios de sus hijos, y la amiga Rossana Sena, una fanática, igual que yo, del artista.

Me cuentan que el lugar sigue siendo visitado constantemente por fans de Anthony que acuden con equipos de música a escuchar sus canciones y darse unos tragos, como forma de recordarlo.

A lo largo de su vida se desempeñó como locutor, compositor, guitarrista, guirero, humorista y presentador de televisión, entre sus múltiples facetas, y aunque mostró una figura atlética, luego comenzó a engordar de una manera que preocupó a muchos de sus amigos, admiradores y allegados.

Producto de ese cambio físico, comenzó a desmejorar su salud, con problemas cardíacos, al extremo de que hubo de ser operado en 2015 a corazón abierto.  Fue tan especial, que uno de sus shows lo bautizó con ese nombre, a Corazón Abierto.

A dos años de su desaparición, quiero reiterar la propuesta que hice en 2019 a las autoridades de Hato Mayor, para que contemplen la posibilidad de construir un panteón para que sirva de morada final a muchos artistas, deportistas, escritores y poetas nacidos en esa provincia.

Allí podrían colocar, siempre que sus familiares así lo autoricen, los restos de Anthony, Sonia Silvestres, Julio Mateo (Rasputín), Héctor Monegro, El Vikingo, que fue un deportista destacado, muchos otros artistas y gente de las letras nativos de Hato Mayor de El Rey.

El Motín

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