POR ALBERTO QUEZADA
Con la pesada y prolongada deuda social acumulada que descansa sobre los hombros de la República Dominicana desde hace décadas, los que tienen la responsabilidad de accionar en ámbito político y social deben de manejarse con mucho tacto para no generar una situación inmanejable que nos conduzca a lo desconocido.
Es innegable que en el actual contexto histórico y político que vive la sociedad dominicana y el mundo en donde cada vez los niveles de desigualdad son más acentuados, la actitud de los gobernantes y gobernados debe ser de prudencia, ecuanimidad y sentido común.
Esto lo digo porque aquí no veo eso de parte de los actores y sectores que interactúan en el escenario político y social de la República Dominicana, situación que hace traslucir entonces una sensación de que esto está a punto de estallar.
Las demandas sociales son interminables, los reclamos no terminan, la presión social y ciudadana no dan tregua y las calles cada día que pasa se tornan más hostiles y peligrosas para los dominicanos de trabajo.
El ánimo está alterado y cada día toma más velocidad, algunos personajes están iracundos, con discursos agresivos e irracionales, como si su intención final fuera llevar a este pobre pueblo a un callejón sin salida, a una zozobra permanente inmerecida.
Vamos estar claro, esta media isla no merece esto, con este comportamiento se está de alguna manera induciendo de forma consciente o inconsciente a generar un elemento perturbador que pudiera dar al traste con la pérdida de la institucionalidad y el control social. ¿Alguien quiere eso?
Ya basta de canallada, este país lo que necesita es trabajo, innovación, creatividad, seguir generando oportunidades para todos y esto solo se logra si mantenemos el crecimiento sostenible y la estabilidad económica, de otra manera no vamos a reducir la desigualdad, no vamos para ningún lado. .
Quiero que quede claro, que no estoy llamando a una pasividad absurda a los actores sociales y políticos que se movilizan y reclaman dentro las normas establecidas, Dios me libre, a lo que me refiero es que se actué con sensatez en medio de este contexto nacional e internacional tan convulso y en constante cambio. Más nada.
EL AUTOR ES MAGISTER EN DERECHO Y RELACIONES INTERNACIONALES. RESIDE EN SANTO DOMINGO. QUEZADA.ALBERTO 218@GMAIL.COM
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