Por M.Novas
En el actual gobierno no habrá retrato oficial, descontinuando una práctica y tradición que desde la Era de Trujillo se ejercía sin discusión ni análisis en los distintos gobiernos dominicanos.
Una oficina o un escritorio sin el retrato del “Jefe” exponía a caer en desgracia o a la destitución del incumbente de turno.
Era parte de la propaganda oficial que, no sólo abarcó las oficinas públicos, sino que en los campos más remotos de esta media isla numerosas familias campesinas tenían en su sala la fotografía de primerísimo primer plano del “jefe” con la consiguiente inscripción, casi lapidaria: “Dios y Trujillo”.
Dicha “tradición” la siguieron con cierto orgullo y muestra de poder los presidentes Juan Bosch, Joaquín Balaguer, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, Jacobo Majluta, Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina.
Pero bien, este martes el presidente Luis Abinader, quien recién se juramentó este 16 de agosto, decidió romper con la, para algunos, perniciosa costumbre y distanciarse de sus antecesores.
“Invito a los servidores públicos a abstenerse de colocar la fotografía del Presidente en sus despachos. Coloquen a su familia y a sus hijos. Acabemos con el culto a la personalidad de quienes se creen caudillos. No estamos aquí para que nos aplaudan, sino para servir a la gente”, expresa Abinader en un comunicado.
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