LA RECONSTRUCCIÓN DE PUERTO PRÍNCIPE (2)

Se cruza la frontera  aguantando un solazo bien duro, un caos en las Aduanas dominicanas, improvisadas en  un solar piedroso y en un furgón  y del lado haitiano, en una oficina-furgón llena de buscones: la primera impresión es mala pero no para todos: el sector empresarial dominicano  negocia, sin bulla ni alboroto, con mucho excito con su contraparte haitiana:  las exportaciones de cemento  alcanzaron  US $ 140 millones (2010)  las varillas de acero   US$14.55 millones; huevos de aves, US$7.78 millones; harina de trigo, US$6.63 millones (2005).

Haití es así, el  segundo destino de las exportaciones de Republica Dominicana. Se entiende porque,  esos exportadores,  no opinan  sobre “el peligro haitiano” o “la supuesta invasión” porque,  le “va muy bien”  en ese negocio invisibilizado por la xenofobia y la manipulación racista.

Camiones pasan, camiones van, anónimos (serán de Blas Peralta), en una interminable fila. La 2da impresión, triste y preocupante,   concierne  la extracción de la caliza del lado haitiano:  todas  son excavadas para una labor inútil   de relleno de la carretera –Jimaní-Malpasse.

Las autoridades no asumieron la decisión de  desviar esa carretera por el lado norte del lago azuei y la rellenan inútilmente  por  la  ampliación continua del espejo de agua  del Azuei. Las lomas prefiguran  la  situación ambiental de la llanura del Cul de Sac que culmina en Puerto Príncipe en el Golfo de Gonaves.

La tercera mala impresión es el estado de la carretera, cordón umbilical de las relaciones comerciales entre los dos países: llena de surcos, de obstáculos, estrecha, llena de escombros,  provoca tapones interminables que nos hacen dudar de la eficacia de la ayuda internacional.  Esa carretera  debía haber sido ampliada, modernizada por ser la principal conexión comercial del país con el nuestro. Y vemos que nos da la razón, por  las instalaciones estratégicas que se ubican a la largo de ese eje vial, circunvalación a la capital: embajada de EE.UU, oficinas de Naciones Unidas, de la Minustah, ONG´s,  supermercado, todos  alejados del centro y del bullicio,  reflejan autosuficiencia,  desconexión y  aislamiento de la realidad social y urbana.

Puerto Príncipe se perfila al horizonte. Sabemos que se consolida como capital, al igual que Santo Domingo,, después la  Intervención US (1915-1934)  y se refuerza durante  la dictadura Duvalier como Ciudad Trujillo con Trujillo. Con “la democracia”, las dos capitales serian receptáculos de las migraciones campo-ciudad indetenibles, generadoras de una nueva problemática urbana.

Amparo Chantada

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