La paz social RD, a un tris de zozobrar

Por Juan López

 Para que una determinada sociedad pueda materializar progreso, bienestar y justicia social sostenibles requiere disfrutar de respeto al orden institucional, a la democracia, libertades y la paz social.

El orden institucional y la paz social, que durante 16 años consecutivos se ha estado disfrutando en la RD, están a un tris de zozobrar.  Importantes  indicadores apuntalan estas tres situaciones  como las principales perturbaciones del momento:

   a) Los terribles efectos  de la pandemia del coronavirus (COVID-19) en las actividades económicas, sociales y culturales. b) La incipiente inflación, combinándose con el incremento del  desempleo  y la pobreza. c) La peligrosa agudización de las crisis política, económica y social de la vecina república de Haití.

A la crisis sanitarias generada por la COVID-19 que, a esta fecha, ha contagiado a más de 230 mil  personas  y unas 2,900 fallecidas, se le agrega los múltiples  daños causados a la industria, el comercio y el turismo, con lo cual ha provocado el cierre de varias empresas, perjudicando y trastornando la convivencia familiar, cultural, deportiva, artística y política en RD.

La llegada de la vacuna anti COVID-19, su masiva, gratuita y correcta aplicación se ha convertido en esperanza y panacea a las calamidades que se vislumbran sobre nuestra población, merecedora de atenciones oportunas, decentes y con un orden de prioridad científicamente preestablecido.

Las autoridades gubernamentales, en especial los funcionarios y técnicos del sistema sanitario, están compelidas a enfocar sus mejores esfuerzos en garantizar la más rápida llegada y aplicación de dicha vacuna e implementar las logísticas y procedimientos que dichas jornadas requieren para ser exitosas.

Simultáneamente con lo anterior,  estamos observando que varios de los principales productos de la canasta familiar están subiendo de precios y algunos de ellos empiezan a escasear, lo cual es muy peligroso.

El control de la inflación ha sido, durante mucho tiempo, una valiosísima contribución para la preservación del orden institucional y la paz social.

Por lo tanto, urge que el  gobierno del PRM-Abinader aprenda de las negativas experiencias de los gobiernos perredeistas de Jorge Blanco e Hipólito Mejía (1982-86 y 2000-2004) que, por las inflaciones  que fueron incapaces de controlar, propinaron fuertes castigos al pueblo que les respondió con una sangrienta poblada y dos contundentes derrotas políticas.

“Con la comida del pueblo no se juega”. Esa consigna contiene una verdad del tamaño del pico Duarte y a su vez es una categórica advertencia popular para los gobernantes de turno.

Con gran preocupación observamos la grave crisis institucional y de gobernabilidad que está sufriendo el pueblo haitiano.  La agudización de la crisis política, económica y social demuestra que, definitivamente,  la vecina república de Haití es un verdadero Estado fallido.

La historia del liderazgo político haitiano, tanto el gubernamental como de la oposición, y las élites económicas e intelectuales han fracasado rotundamente en procura de la estabilidad política, económica y social para convertir a ese afligido país en el más pobre del hemisferio occidental.

Esas evidentes incapacidades y mezquinos intereses también han hecho fracasar los diferentes esfuerzos que ha realizado la comunidad internacional, es especial de la ONU, la OEA, el FMI, Banco Mundial, BID y las diversas colaboraciones de varios países, entre los que se destaca la RD.

Esas pesarosas crisis convierte a los haitianos en migrantes al por mayor que, corriendo múltiples riesgos, buscan la forma de sobrevivir.

Por condiciones geopolíticas esa emigración masiva, y mayoritariamente indocumentada, podría volcarse en la RD, por lo cual es preciso tomar medidas preventivas para evitar que complique los problemas que ya afectan la cotidianidad en RD.

Las amenazas que representan la COVID-19, la inflación y la agudización de las crisis haitianas, obligan al gobierno del PRM-Abinader a enfocarse a profundidad y con seriedad en gestionar con prioridad la unidad nacional, para lo cual tiene que “dejar de amagar” y dar pasos concretos y operativos para conquistar las voluntades del liderazgo de los partidos de la oposición y de las organizaciones de la sociedad civil RD.

No se puede perder tiempo para la  vacunación contra la COVID-19, controlar la incipiente inflación y prevenir las consecuencias de las crisis de Haití. Por la paz social RD, ¡urge concertar la unidad nacional!

El Motín

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