Por Luis Buitrago
Ayer, en un evento, me di cuenta el exceso de «Comunicadores» que existen en Santo Domingo Este y la escasez peligrosa de Periodistas.
La «Comunicación» viene del «presentador de noticias», que su profesión no era «opinar», sino solo leer.
La «opinión», para que sirva como «comunicación», necesita estudios, profundización, conocimiento y he ahí donde se vuelve mediocre, pues colocarse frente a un micrófono en una «plataforma» no te convierte en conocedor, por lo que se termina transmitiendo lo banal, cubierto de trivialidad.
La proliferación de «gente hablando» por plataformas mediáticas ha terminado degradando la comunicación a no ser que los «programas» sean temáticos, como si se tratara de abogados en un programa especializado de los temas que ellos saben, pero no comentando los que, en otros escenarios, solo «sirvieran» de oyentes.
No importa cuántas plataformas aparezcan adicionales ni en Santo Domingo Este ni en el resto del país, pues la ausencia de conocimiento será la «costumbre», que al ser casi pandémico en la sociedad, se transmite a los que en teoría tienen la responsabilidad de educar al pueblo y por falta de capacidad de profundización, no pueden.
La calidad en la comunicación estará ausente en los medios, pues al Cesar lo que es del César y no se puede sembrar donde ya creció un árbol que sus frutos son insípidos.
Se necesita más que micrófonos, calidad de programas, conocimientos, pues para incidir y construir sociedades, no todos pueden hacerlo.
Se trasciende solo si hay calidad, si lo que se expresa posee fundamento, pues, si no, el «comunicador» apela a métodos no sanos para satisfacer sus egos de prevalecer e incidir
El camino de la educación de los pueblos es complejo y necesita, además de voluntad, educadores, y eso no se logra poniendo micrófonos en los que, además, deberían ser instruidos, a veces, en tópicos básicos.
Estamos atrapados como sociedad entre un pueblo a quien sus gobernantes no han querido educar a profundidad y lo simpleza de lo mediático, que no quiere prepararse para producir programas de calidad que dejen huella o incrementen la necesitada del saber, que es el principal problema de la República Dominicana
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