Por Marino Ramírez Grullón
Pensando en las elecciones del 5 de julio, debo recordar a los ciudadanos y ciudadanas que el único día que tienen verdadero valor sus acciones son al escoger autoridades nacionales en este caso el Presidente de la República, vice-presidente, y otros puestos de dirección electiva.
En ese sentido deben entender los votantes que esa utilidad no tiene precio material sino moral.
No deben aceptar ninguna propuesta por su voto que no sea una que convenza su conciencia porque se trata de seleccionar por cuatro años un equipo de personas que administrarán los fondos del Estado y la cosa pública con la mayor pulcritud.
Todavía no se ha superado la entrega de dádivas y ayudas por parte de los candidatos por tan sólo conquistar al votante al que jamás vuelven a ver durante esos cuatro años.
Los puestos públicos comienzan a ser repartidos entre familiares, amigos y allegados que aunque partidarios jamás ciudadanos comunes de los que deciden realmente futuro nacional.
Ese voto independiente, no partidario por el que todos claman a la hora del ejercicio electoral es olvidado desde que muchos asumen sus funciones públicas.
A partir de ahí los manejos son privados, los servicios escasos y los malos tratos a la gente abundan.
Por eso insisto en el valor moral del voto, el ejercicio de la democracia según sus pensadores es ejecutar buenas practicas para las mayorías que son las que eligen.
Sin haber superado esquemas de campaña atrasados que juegan con las necesidades de la gente, tampoco el país avanzará.
Todos los aspirantes a diferentes niveles recurren a repetidos programas que luego no cumplen.
Prefiero esperar aunque la historia anterior me da una mala espina de lo que en el futuro nos espera de estas elecciones presidenciales y congresionales.
De buenas intenciones está señalado el camino…….pero al final encontramos espinas donde debería haber flores para todos.
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