El espejismo del hub dominicano

Por Patrick Colon

El gobierno dominicano ha vuelto a descubrir el paraíso logístico. Esta vez, según sus propios anuncios, la República Dominicana será el nuevo “hub del Caribe” de Amazon y el centro neurálgico de operaciones tecnológicas de Nvidia. La noticia suena gloriosa, digna de una nación que se imagina a sí misma como Singapur en medio del trópico. Sin embargo, cuando se levanta el velo propagandístico, el espejismo se desvanece y solo queda el reflejo de un país que confunde la diplomacia comercial con la publicidad política.

El anuncio sobre Amazon es el mejor ejemplo de cómo el poder manipula el lenguaje para construir ficciones. Un vuelo de carga que aterriza por primera vez se convierte en “inicio de operaciones”; una promesa sin contrato oficial se transforma en “alianza estratégica”; y una intención sin infraestructura suficiente pasa a llamarse “hub logístico del Caribe”. La palabra “hub” implica interconexión, tránsito, datos, eficiencia y escala. Nada de eso existe todavía. Los puertos dominicanos funcionan, pero no están integrados bajo un sistema logístico nacional; los aeropuertos reciben carga, pero carecen de una red constante de distribución regional; y la llamada “última milla”, la que realmente define a Amazon, sigue siendo un caos entre aduanas, direcciones incompletas y burocracia interminable.

Lo de Nvidia, por otro lado, es aún más sintomático. La empresa estadounidense firmó un memorando de entendimiento para fomentar el entrenamiento en inteligencia artificial, algo positivo y esperanzador si se concreta, pero nada tiene que ver con la logística o con el comercio marítimo. Sin embargo, el discurso oficial lo presenta como parte de una gran revolución industrial, como si cada acuerdo educativo fuera una inversión multimillonaria o una señal inequívoca del progreso nacional. El país necesita educación tecnológica, sí, pero también necesita menos marketing político y más realismo económico.

Lo que está ocurriendo no es nuevo. Cada cierto tiempo, el Estado vende una narrativa de modernidad para encubrir la ausencia de visión estructural. Se proclaman “hubs” tecnológicos, portuarios, turísticos, energéticos, sin entender que ningún país se convierte en un eje por decreto, sino por acumulación estratégica, disciplina institucional y coherencia a largo plazo. Singapur lo logró porque tuvo planificación estatal, políticas de puerto libre y una filosofía nacional de eficiencia. Panamá lo alcanzó porque combinó geografía con inteligencia económica. En cambio, la República Dominicana parece confiar más en las conferencias de prensa que en los planes logísticos reales.

El verdadero “hub” dominicano, por ahora, es el de la propaganda. Allí sí hay movimiento constante, vuelos diarios de titulares, contenedores llenos de promesas y comunicados que aterrizan con precisión quirúrgica en los medios nacionales. Lo paradójico es que ese hub sí funciona, porque mientras el pueblo busca trabajo, los funcionarios distribuyen ilusiones. Y es que gobernar, cuando se carece de obra estructural, se vuelve un acto de escenografía: basta un micrófono, un logotipo internacional y una promesa con acento extranjero.
La pregunta, entonces, no es si Amazon o Nvidia vendrán, sino si el país está preparado para sostener algo más que un anuncio. ¿Podrá la República Dominicana convertirse en el verdadero eje logístico del Caribe o seguirá siendo el eje retórico de su propia narrativa?

El Motín