ALBERTO QUEZADA
La República Dominicana es una de las naciones del Continente Americano que mayor avance institucional en términos de modernización del Estado y de infraestructura física ha experimentado en las últimas seis décadas de vida republicana.
Pero paralelamente con esos avances, la nación dominicana ha caminado con una enorme deuda social acumulada que hace de sus ciudadanos en pleno siglo XXI, un simple objeto manipulable desprovisto de la mayoría de los elementos que definen la dignidad humana.
Los dominicanos y dominicanas arrastran, asimismo, sobre sus espaldas un fardo de carencias elementales de subsistencia que debería avergonzar a los actores nacionales que han tenido la responsabilidad de trabajar a través del Estado en programas de desarrollo y políticas públicas en diferentes tiempos y etapas.
Soy de lo que piensan, sin embargo, que se le podrá cambiar la faz física a una nación pero sí a su gente no se le provee una alimentación adecuada, buena salud, acceso a una vivienda digna y una educación de calidad de nada valen esos logros arriba mencionados.
Los partidos, los empresarios de avanzada, los gobernantes y gobernados, las iglesias y todos las fuerzas vivas del país tienen la tarea de emplearse a fondo para lograr en el menor tiempo posible una transformación radical del pueblo dominicano que garantice su bienestar.
No es posible, que en el ámbito de infraestructura física y modernización del Estado y otras áreas hayamos avanzado de manera extraordinaria, en cambio, el más reciente informe del Banco Mundial sobre Desarrollo Humano, indica que el 40,9 por ciento de los dominicanos y dominicanas están padeciendo los rigores de la pobreza.
Como es evidente, es imperativo que el centro de las políticas públicas de los gobiernos dominicanos en este nuevo siglo XXI debe y tiene que ser la gente. Basta ya de indelicadezas, pactos de silencios, vacilaciones, demagogias y corrupción.
La República Dominicana de hoy, obviamente, en términos de infraestructura física y fortalecimiento institucional no es la misma del Siglo XX, hemos avanzado mucho. ¿Pero y el hombre y sus necesidades básicas de subsistencia?.
El autor es periodista y magíster en Derecho y Relaciones Internacionales. Reside en Santo Domingo. Quezada. Alberto218@gmail.com.
Agregar comentario