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Efecto dominó de desertores en unas FF.AA. venezolanas nerviosas

El efecto dominó avanza entre las filas militares del chavismo. Desde que el sargento Edgar Torres lanzó a primera hora del 23-F su tanqueta contra el muro de vallas levantado por la revolución sobre el Puente Simón Bolívar, entre la venezolana San Antonio y la colombiana Villa del Rosario, y abrió la primera ventana para huir del chavismo, la fuga no ha cesado.
Por lo menos 180 militares y policías venezolanos saltaron hasta el mediodía de ayer las fronteras con Colombia y Brasil, según los reportes de ambas administraciones. Lo hicieron de cualquier forma, atravesando las trochas (pasos ilegales), cruzando entre los arbustos o camuflados con camisetas del Barça de Messi. Algunos de civil, otros con sus uniforme; unos pocos con sus familias, otros con sus perros antidrogas. Incluso uno de ellos herido en la pierna por el disparo de un antiguo compañero.

“Soy el sargento primero Luis Eduardo González. Hemos tomado la decisión de desertarnos de esta Guardia Nacional, pero no por la institución, sino por los jefes, que son los principales corruptos y los que pretenden que nosotros arriesguemos nuestra vida por ellos y no por el pueblo. Y nosotros no somos así, señores. De verdad que no. Cuántas personas no mataron en Santa Elena del Uairén (frontera con Brasil).

Nosotros estuvimos todo el tiempo en contra de eso, señores”. El escalofriante testimonio del sargento mientras cruzaba con otros compañeros hacia el lado brasileño sirvió para que el general retirado Hebert García Plaza, otrora uno de los más poderosos militares del chavismo y hoy en la disidencia, criticara a Nicolás Maduro por estar protagonizando “no una batalla histórica contra el Imperio, sino en contra de tu pueblo”.

Otro crítico con el “hijo de Chávez”, el general Hugo “El Pollo Carvajal”, exhortó a sus “hermanos de armas a cumplir sus deberes patrios. Defiendan al pueblo y a la Constitución. ¡Su lealtad es hacia el pueblo!”. Carvajal, jefe de la contrainteligencia con Chávez y con Maduro, reconoció la semana pasada la presidencia encargada de Juan Guaidó y acusó a Maduro de ser un “asesino” y un “dictador”.

El jefe del Parlamento aprovechó su estancia en Bogotá, antes de la cumbre del Grupo de Lima, para reunirse con los militares “que no son desertores, porque ningún militar que se ponga al lado del pueblo lo es”. En una imagen que ya forma parte de la historia del desafío contra la revolución, Guaidó arengó a los militares y escuchó cómo estos le aseguraban que muchos más están por unirse a sus filas.

El descontrol vivido entre las filas militares en la frontera de Brasil provocó la destitución del comandante general de la GNB en aquella zona, el general José Montoya, quien permaneció un día con los pemones tras la primera agresión violenta del viernes, en la cual murió la indígena Zoraida Rodríguez. Agentes del Sebin se llevaron esposado al general, quien ayer fue reemplazado por otro general, Alirio Cruz.

Las últimas sanciones de Estados Unidos, conocidas ayer, también señalan a dos militares “pesados” de la revolución, devenidos en políticos. Se trata de José García Carneiro, gobernador de Vargas y compañero de armas de Hugo Chávez durante el golpe de Estado de 1992, y del general Ramón Carrizález, gobernador del estado de Apure, uno de los territorios favoritos de las guerrillas colombianas.

“A las Fuerzas Armadas les decimos que pueden elegir la generosa oferta de amnistía del presidente Guaidó. Pero si no, en última instancia, perderán todo”, insistió ayer el vicepresidente norteamericano, Mike Pence.

La deserción masiva desde 2017 (al menos 4000, según fuentes militares) sumada al descontento general entre sus filas explican las prisas de Maduro para incorporar a filas a los dos millones de milicianos, una cifra oficial no confirmada por expertos independientes. El fracasado reclutamiento de jóvenes ha reforzado la apuesta del chavismo por unos milicianos salidos de las filas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), miembros de consejos comunales y de las unidades de batalla Hugo Chávez. Todos ellos sin formación, cuya principal función es rellenar los mítines revolucionarios, participar en las maniobras militares, protagonizar acciones pintorescas (como la toma de una plaza con fusiles imaginarios) que se convierten en vídeo virales y cumplir ciertas funciones de seguridad en la puerta de hospitales o en las colas por comida.

“Mucho nerviosismo por la situación. Esta semana se prevé el anuncio de un aumento de salario para la FANB como incentivo de lealtad”, adelanta Rocío San Miguel, presidenta de Controlo Ciudadano para la Fuerza Armada.

Redacción