Donald Trump: Pesadilla Americana

Por: Jaime Bruno

New York.-Para muchos es de conocimiento que la historia de los Estados Unidos está marcada por episodios de violencia política mucho más cruentos y destructivos que los ocurridos en la marcha “Salvar América”  y en el cual el presidente Trump sedujo a las masas a desplazarse hacia el Capitolio.

Este acto deliberado, demostró ser muy peligroso por diversas razones. Primeramente, ha permitido a muchos estadounidenses y al mundo ver la insistencia de un presidente que dentro de su reality show había ganado la elección presidencial, pero que en realidad fue derrotado. Crear radicalismos y ecos en el seno de anarquistas, fascistas,  teóricos de la conspiración, renegados antigubernamentales, racistas y activistas antisemitas, señalando falsamente que hubo un fraude electoral generalizado en ciudades de creciente mayoría hispana y afroamericana, es un papel en la incitación a la violencia que el presidente de los Estados Unidos de América no debería enarbolar.

Actualmente, con cierta similitud y cambiando el escenario, se repite algo parecido a ese momento crucial, cuando en el año 1876 el gobierno federal retiró las tropas que protegían los derechos de los negros en el sur de Estados Unidos y las secuelas de lo acontecido en ese entonces persistió hasta que fue aprobada la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Derechos Electorales de 1965.

La barbarie del día de la insurrección en el capitolio fue subrayada por informes escalofriantes de que algunos de los acólitos de Trump estaban a la caza de quien él mismo había escogido como su vicepresidente, Mike Pence. El vicepresidente Pence, quien preside el senado no estaba dispuesto a acceder a la demanda del presidente de deponer los resultados electorales al presidir el escrutinio de los votos electorales. Algunos republicanos indignados condenaron al presidente por su papel en la incitación a la violencia. Más de una docena de funcionarios de la administración, incluidos dos secretarios del gabinete renunciaron alegando su preocupación a lo acontecido o que podría acontecer, algunos han pedido su renuncia; mientras que otros señalaron que era hora de seguir adelante y reconstruir el Partido Republicano que Trump ha puesto de rodillas.

Las conjeturas y deducciones políticas que actualmente consumen al liderazgo de ambos partidos (Demócrata y Republicano) se desarrollan en el contexto de ciertas amenazas inminentes. El nerviosismo y las preocupaciones de seguridad antes de la inauguración del nuevo comandante en jefe el próximo 20 de enero. Esta es la razón principal por la que Twitter y otras plataformas sociales han prohibido permanentemente las cuentas personales de Trump y otros asociados a su campaña. El presidente y sus acólitos hubieran preferido que no se hubieran cerrado las cuentas, pero al mismo tiempo esto le ha dado un contraste perfecto para usarla como distracción en un momento de tantos escándalos.

Los republicanos y espectros que se suscriben a las estrategias tóxicas, divisionistas y de mentiras de Donald Trump merecen ser considerados responsables del caos que pueda suceder. Para las sombras de las cosas que vendrán, no es necesario mirar más allá de la insurrección al Capitolio, ni de los muertos y heridos debido a un sentimiento narcisista que cala hasta los huesos.

A pesar de grandes esfuerzos desde las sombras por socavar la integridad de la democracia estadounidense, ésta se fortalecerá como un robusto árbol al pasar por un crudo invierno. Nada de lo ocurrido en el Capitolio americano debe quedar impune. El arresto y convicción a los acólitos y anarquistas, y el juicio político a Donald Trump son necesarios para solidificar la confianza del pueblo Americano en las tres ramas del poder que con tantos celos los fundadores de esta gran nación han protegido.

El Motín

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