Del periodismo político a la politización del periodismo

Por David R. Lorenzo

El periodismo político,  que difunde información útil e independiente sobre el debate democrático y que se ejerce con la intención de comunicar información para todos, se ha estado degradando en la República Dominicana, para caer en la politización del periodismo, una especie de propaganda interesada, considerada como una estafa y un cáncer social.

El periodismo político, es una rama de la comunicación que consiste en difundir y analizar informaciones relacionadas con la política y la actuación del Estado,  lo más alejada posible de las pasiones y los intereses personales y mercuriales.

Teóricamente sus características deben ser la objetividad, la imparcialidad, la confiabilidad, la diversidad de información y opinión y la ausencia de cualquier manifestación ideológica.

De esa manera el periodismo, como cuarto poder del Estado, ejercería una función de contrapeso en sociedades polarizadas y también, como un “perro guardián”, vigilaría los excesos, demanes e inconductas de los actores sociales, principalmente de los que están en el poder.

No significa que no sea ejercido por periodistas que tengan simpatías políticas, sino, por quienes a pesar de eso, ejerzan la independencia frente a sus ideologías, se deban a sus oyentes, televidentes o lectores por encima de sus concepciones personales  y practiquen la honestidad por sobre todas las cosas.

Pero, en la práctica, este periodismo “idealizado” está degenerando en todos los países, en la politización del periodismo, que más bien es una estafa, porque quienes lo practican lo que se convierten es en propagandistas,  polarizando más el sistema mediático y ofreciendo informaciones sesgadas y agresivas.

Estos individuos, mientras más ideologizados estén y más desbocados e indecentes sean, más espectáculos ofrecen y más cotizados se ponen.  Regularmente puede ser cualquiera que no tenga nada que hacer y se ponga a vociferar epítetos y descalificaciones  por un micrófono, aunque a decir verdad, también, los hay preparados académicamente.

Como encienden el debate, muchos son adquiridos en el mercado,  y por eso, sus espacios tienen abundancia de publicidad, o peor que eso,  están en las nóminas del Estado con grandes sueldos, aunque tratan de disimularlo, pudiendo pasar de ser económicamente  miserables, a exhibir casas y vehículos de lujos y cuentas bancarias.

Los más descarados pueden estar detrás de los políticos alabándolos y pidiéndoles favores. Pero, como su alineación ideológica es frágil, sin consistencia y a la intemperie, tienen la particularidad de que muchos cuando defienden una causa política, y ven que el barco se hunde, son los primeros en  abandonarlo y lanzarse al agua,  para luego cambiar de discurso como si nada hubiese pasado.

En cambio, el periodista objetivo rechaza tener una estrecha relación con los políticos, porque genera un mal de fondo, pero,  los que actúan de forma contraria, viven alardeando de su amistad con ellos y  exclaman: ¡Ese es mi amigo! ¡Ese si es bueno! ¡Ese resuelve!

Con todos los cambios que se están produciendo, al parecer garantizar una comunicación efectiva, como  un elemento esencial  para garantizar un estado social y democrático de derechos, que no se  contamine  con el afán mercantil  y la falsa propaganda para imponer intereses e ideologías,  no es una tarea fácil.

Decimos esto, porque con el asunto de la internet, de las redes sociales y de que las constituciones de las repúblicas, convenciones internacionales  y otras leyes favorecen que todo ciudadano puede ejercer libremente la libertad de expresión  sin censura previa, estamos viviendo la nueva era, del periodismo, sin periodistas y donde cualquiera es periodista.

Pero, el cambio no es sólo entre periodistas o entre quienes dicen ser periodistas, sino también, en los medios. Estados Unidos es un ejemplo de esto. Amparados en la primera enmienda constitucional, casi todos los medios, incluyendo los grandes periódicos y cadenas de radio y televisión son el mejor ejemplo de parcialidad, tergiversación y manipulación periodística.

En ese país, cada medio se identifica abiertamente por un partido político, principalmente el Demócrata y el Republicano y sus líneas informativas son totalmente tendenciosas, lo que aviva el enfrentamiento social, la falta de entendimientos y el cruce de sables para dirimir cualquier conflicto.

Eso se produce, porque vivimos en una nueva era, donde el periodismo politizado engulle sin saciarse al periodismo honesto y sin compromisos, que es el periodismo político, sin que se pueda hacer mucho para volver al pasado, porque se trata de un cáncer social, que al parecer no tiene cura.

El Motín

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