Comunicación gubernamental

Por Juan TH

El gobierno del presidente Luis Abinader parece no tener una política gubernamental coherente con su programa de gobierno que fue exitoso durante la campaña electoral permitiéndole venderlo como una oferta de cambio del sistema político puesto en práctica por los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana que dirigieron Leonel Fernández y Danilo Medina.

El cambio político ofrecido por Abinader prendió en el seno del pueblo, tanto que le permitió ganar los comicios en primera vuelta a pesar de los esfuerzos de Danilo Medina por impedirlo utilizando los recursos del Estado.

Abinader prometió sanear el Estado mediante políticas públicas transparentes y honestas dejando claro que no tolerará la corrupción y que su administración estará caracterizada por el fin de la impunidad y castigo a los desfalcadores del Estado. Las señales fueron claras al designar a Miriam Germán como Procuradora General de la República y al señor Carlos Pimentel al frente del departamento de Compras y Contrataciones, ambos sin militancia partidaria y una práctica social apegada a valores éticos y morales.

El presidente ha dado señales claras de sus objetivos en el manejo de los fondos públicos; ha eliminado o fusionado instituciones o departamentos innecesarios, de igual manera ha economizado miles de millones de pesos eliminando botellas, nominillas, etc.

Los cambios en la manera de hacer política son evidentes. El Estado en manos de Abinader no es una fuente de enriquecimiento de funcionarios o grupos políticos. Las encuestas dicen que el mandatario va bien. Alrededor del 90% lo dice. Es el segundo presidente de la región mejor valorado por su pueblo.

Sin embargo, en materia de comunicación, hay una gran deficiencia. El Gobierno no se está vendiendo bien a sí mismo. El presidente es el vocero. Nadie más parece tener la autoridad y la capacidad de hablarle al pueblo y ser creíble.

No hay un hilo conductor, una línea política comunicacional que señale el camino en función de las ejecutorias del Gobierno, no sólo del presidente que se ve obligado a hablar casi todos los días para hacer anuncios de medidas o promesas, responder las críticas, etc. La comunicación gubernamental luce dispersa, anárquica, incoherente e insustancial. El Gobierno está siempre a la defensiva, respondiéndole a todo el que critica, generalmente con mala leche. ¡Y no puede ser!

La publicidad del Estado ha sido un caramelo que muchos desean centralizar o dirigir desde sus escritorios. Los gobiernos anteriores tenían la propaganda y la publicidad como elementos de acumulación de riqueza, envilecimiento de la prensa, compra de periodistas. Gastaban miles de millones de pesos todos los años. Entre diez y 12 millones de pesos diarios.

El Motín

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