Bisnieto de Emiliano Zapata: «Luchamos contra un Zapata oficial y mitificado»

Las nuevas generaciones no necesitan adquirir héroes extranjeros: México tiene hombres y mujeres que fueron de carne y hueso y son ejemplos de un cambio, aseguró en una entrevista para Sputnik el historiador Édgar Castro Zapata, bisnieto de Emiliano Zapata, el caudillo mexicano que fue precursor de la lucha agraria y campesina en el mundo.
Emiliano Zapata es una de las figuras más visibles de la Revolución Mexicana por ser uno de los más críticos de la insurrección que, en noviembre de 1910, encabezó Francisco I. Madero, a quien acusó de traicionar los ideales del movimiento armado que, además del sufragio efectivo, exigía la devolución de tierras a los campesinos.
Tal como señala la investigadora del Colegio de México, Alicia Hernández Chávez, en el libro Zapatismo. Origen e Historia, el zapatismo surge en Morelos (aunque su influencia llega hasta Puebla, el Estado de México, Guerrero, Tlaxcala, Oaxaca, Chiapas y Tabasco), en un contexto en el que los campesinos ya no poseían ni podían trabajar la tierra, lo que los llevó a formar un ejército con Zapata (Ejército Libertador del Sur) responsable de recuperar las tierras tomadas por los hacendados cobijados por el régimen porfirista.
El surgimiento del Ejército Libertador del Sur, y las victorias que logró, tuvieron tal impacto en la vida política del Porfiriato que el propio Porfirio Díaz (presidente de México que estuvo 30 años en el poder y motivo del inicio de la Revolución mexicana) declaró que no se había preocupado por los movimientos sociales en su contra «hasta que se alzó el sur».
«Hay archivos, documentos que constatan que [el zapatismo] fue un proceso no de casualidad, sino que surgió en una región netamente capitalista con los hacendados y fue un producto que el mismo sistema creó, porque les arrebataron las tierras y los pueblos surianos se tuvieron que defender», explica Édgar Castro Zapata.
Tras el triunfo de la insurrección maderista, Zapata se separa del nuevo gobierno al no aceptar que de facto no se devolvieran las tierras a los campesinos. Por ello, lanzó en 1911 el Plan de Ayala donde, además de señalar de traición a Madero, exigía la restitución de tierras.
«El Plan de Ayala nació porque no hubo un cambio desde las bases, desde abajo, porque se incluyeron a la revolución de Madero identificados con el Plan de San Luis, pero no hubo una solución inmediata a la restitución de las tierras», recuerda el historiador.
El documento, disponible en la página de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, se considera el texto fundacional del zapatismo y, además, funcionó como base para la redacción del artículo 27 de la que después se volvería la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
A 112 años del inicio de la Revolución Mexicana, la figura de los héroes revolucionarios aún tiene un peso simbólico e ideológico para el Gobierno actual. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en repetidas ocasiones ha externado su admiración por aquellos héroes que derrocaron a Porfirio Díaz.
Tal es la importancia que, en 2019, se estableció como el Año del Caudillo del Sur como una forma de conmemorar el centenario de su asesinato. En la ceremonia del aniversario luctuoso, López Obrador sostuvo que «recordar a Zapata es recordar nuestra historia, el no olvidar de dónde venimos para saber a hacia dónde vamos».
«Yo esperaba, en lo particular, no solamente poner a Zapata como membrete en los documentos oficiales. Yo esperaba que, si se está en contra del neoliberalismo, hubiera alguna modificación del artículo 27 de la Constitución [para revertir la apertura de los ejidos al capital que realizó en los 90 el expresidente Carlos Salinas de Gortari], recuerda el historiador.

El Motín

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