A 51 años de la Intervención

La guerra civil, iniciada el 24 de abril de 1965, tuvo como colofón la intervención militar norteamericana, inicia el 28 de abril, que convirtió la lucha en guerra patria. La acción intervencionista condujo a la imposición del gobierno de fuerza de 12 años encabezado por Joaquín Balaguer a partir del 1966.

La guerra del 65, como comúnmente se conoce,  inició cuando un grupo de oficiales se propusieron restaurar el gobierno constitucional del destituido presidente Juan Bosch, primer gobierno elegido democráticamente en las urnas tras el ajusticiamiento de Trujillo.

El profesor  Bosch fue derrocado siete meses después de haberse juramentado como Presidente Constitucional de la República. Esto sucede tras la promulgación de la Constitución de 1963, que establecía,  la libertad religiosa y de expresión, la libertad política, el derecho a la vivienda, la igualdad entre hijos naturales y los nacidos bajo matrimonio, así como el retorno de los disidentes políticos y exiliados durante el régimen trujillista.

Prohibía, además,  los monopolios, la apropiación de extensivas tierras y otros tantos proyectos innovadores que provocaron que diversos sectores acusaran al profesor Bosch y a su gobierno de comunistas. Asestado el golpe, Bosch sale al exilio a la Isla de Puerto Rico.

Tras el golpe de Estado, Elías Wessin y Wessin asume el poder. Durante su permanencia la situación económica del país se deteriora; se llegan a acuerdos con el Fondo Monetario Internacional mientras que la miseria que sufrían los sectores marginados se agudiza.

Es por ello que el líder  José Francisco Peña Gómez, durante su programa radial Tribuna Democrática   pidió al pueblo levantarse en armas y lanzarse a las calles en apoyo al golpe de estado perpetrado contra el triunvirato, y de ese modo restablecer el gobierno constitucional de Bosch. Este llamado fue suficiente para que los dominicanos  se desbordaran en las calles proclamando su apoyo a la acción y reclamando el retorno a la constitucionalidad.

En el levantamiento guerrillero mueren 32 dirigentes y militantes de la agrupación política 14 de Junio, entre ellos, Manuel Aurelio Tavarez Justo, líder del movimiento y viudo de Minerva Mirabal, es fusilado en la sección Las Manaclas en la cordillera central.

Un grupo de militares rebeldes leen una proclama donde exhortan al pueblo a respaldarlos. En la noche, Donald Reid Cabral habla al país con el fin de conseguir que los rebeldes depongan las armas.

El domingo 25 de abril del 1965, en las primeras horas de la mañana los militares constitucionalistas entran a la ciudad de Santo Domingo y obligan a renunciar a Reid Cabral. El pueblo se lanza a las calles ocupando el Palacio Nacional en respaldo del contragolpe de estado.

El lunes 26 de Abril, durante toda la mañana continuaron los bombardeos al Palacio Nacional y otras zonas de la ciudad. En la Base Militar de San Isidro a 40 kilómetros de la ciudad capital el General Elías Wessin y Wessin se mantiene firme preparando la entrada de sus tropas a Santo Domingo.

Para el martes 27 de Abril, la Marina de Guerra, hasta ese momento neutral en el conflicto, se une a las fuerzas de Wessin, y sus barcos bombardean al palacio presidencial donde se encontraba el presidente provisional, Rafael Molina Ureña. La fuerza aérea arrecia sus bombardeos contra la ciudad. Para contrarrestarlos los constitucionalistas instruyen al pueblo a que pongan espejos encima de las casas para que los reflejos molesten a los aviones.

Ante la gravedad de la situación, Molina Ureña y miembros del alto mando constitucionalista, entre los que se encontraban los coroneles Vinicio Fernández Pérez, Giovanni Gutiérrez, Rafael Fernández Domínguez y varios dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano, se dirigen a la Embajada Norteamericana para tratar de conseguir su mediación y lograr un acuerdo con los militares de San Isidro.

Luego de una acalorada discusión el embajador norteamericano William Tapley Bennet  llama por teléfono a Caamaño diciéndole que solo falta él en la reunión. Caamaño respondió: “Dígale a Wessin que detenga los bombardeos”;  pero Bennett les dice a los constitucionalistas que este no es el momento de negociar, sino de rendirse de inmediato. El presidente provisional Rafael Molina Ureña renunció y procedió a asilarse en la embajada de Colombia.

Igual camino siguieron otros dirigentes constitucionalistas. Cuando todos los oficiales militares salían del despacho del embajador norteamericano, el coronel Francisco Alberto Caamaño Deño  llegó y se detuvo en la puerta y le dijo: “Permítame decirle que seguiremos la lucha suceda lo que suceda”.

Al salir de la embajada, Caamaño, junto a otros colaboradores cercanos, se dirigió al puente Duarte donde las tropas de Wessin avanzaban hacia el centro de la ciudad.

La presencia de Caamaño, junto a otros militares en el Puente, levantó la moral de los combatientes e hicieron retroceder las fuerzas de Wessin. El profesor Juan Bosch desde Puerto Rico y ante la imposibilidad de regresar al país, delegó sus derechos constitucionales al coronel Caamaño, el Congreso se reúne de emergencia y proclaman a Caamaño Presidente de la República.

Para el analista histórico, Tirso  Mejía-Ricart, la Guerra de Abril puede considerarse la culminación de un proceso de 150 años de frustraciones políticas, en los cuales la comunidad dominicana ha padecido el flagelo del subdesarrollo, la dependencia y el caudillismo, sin poder hallar el camino de la superación de esos males.

El año 1965 significó un nuevo hito en el curso de 100 años de un fatídico círculo vicioso  que desde la Restauración de la República se ha caracterizado por ciclos de dictadura militar, gobiernos liberales ineficientes, inestabilidad política e intervencionismo norteamericano, que no parecen  haber  terminado todavía.

Redacción

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