Por Jaime Bruno / New York
Después de prácticamente un año de guerra, Rusia no ha podido capitalizar sus objetivos principales. Moscovitas comunes, miembros de su elite, burócratas y empresarios se han dado cuenta de que Vladimir Putin ha cometido un error y está perdiendo la guerra. Las preguntas que se evalúan en la mesa en estos días son las siguientes: ¿Qué sigue después de Putin?, ¿Cómo se va y quién lo reemplazará?; mientras la comunidad internacional observa el avance del ejército ucraniano, cientos de ciudadanos con gran formación y talento huyen de Rusia, mientras la comunidad europea, la OTAN y Occidente que se niegan a retroceder ante la política energética y nuclear de Vladimir Putin.
¿Qué quiere decir todo esto?, ¿que Putin esté a punto de retirarse?, de ser derrocado o que en su desesperación decida disparar un arma nuclear? … claro que no!, significa que quienes dirigen el país y poseen activos allí (elites) están perdiendo la confianza en su presidente. Después de un año de guerra sin resultados positivos convincentes, el sistema político ruso parece estar entrando en el período o proceso más turbulento de su historia postsoviética. Indudablemente y bajo estas circunstancias el mundo ha empezado a preocuparse de que Rusia pueda volverse ingobernable.
Figuras políticas de oposición en el exilio y dentro de rusia, que ha votado en contra de la anexión de Crimea por parte de Moscú en 2014 y en contra de la actual guerra, encabezan movimientos esperando una transición a una democracia que realmente funcione. El presidente ruso en esta ocasión ha anexado territorios ucranianos que no puede controlar por completo, además de haber sufrido reveses en la ciudad de Kyiv y las retiradas de Kherson y Kharkiv, posturas que podrían hacer que su círculo íntimo se vuelva contra él. El poder de Putin reside en su posición como presidente, el macho alfa… con una aureola de invencibilidad. En los últimos meses esta percepción comenzó a decaer, y conociendo la historia rusa desde lo ocurrido al último Zar hasta el pragmatismo que el mismo aplica para resolver algunos asuntos de estado, me atrevo a casi asegurar que el líder ruso no verá su próximo cumpleaños o será derrocado.
Pruebas recopiladas por organizaciones no gubernamentales, algunos medios de comunicación y otras investigaciones han impulsado la idea de una justicia penal mundial, por lo que es muy probable que se acuse formalmente a Putin de crímenes de guerra sistémicos en la Corte Penal Internacional (CPI). Ciertamente, un juicio al estilo Núremberg por crímenes de guerra y contra la humanidad en La Haya es improbable que acontezca, más bien es probable que el entorno del presidente ruso usará la metodología Putiniana para silenciar a sus opositores contra el mismo. Con los que él hoy día se codea, no le permitirán un testimonio que en realidad pueda ser perjudicial para todos… entonces lo matarán. Esa es la razón por la que recientemente Vladimir Putin ha realizado tantos cambios en el andamiaje militar y del estado ruso. La situación rusa es compleja, un cambio de política militar y de estado que involucre un escenario terciopelado con algunos de los llamados liberales del sistema, para convencer a Putin de renunciar y dejarles la palabra, de manera que puedan negociar con Occidente. Ni los mismos rusos desean el escenario revolucionario más radical. Obviamente, es casi probable que no sea lo último expuesto, más bien decreto que será lo primero.
Rusia está en un aprieto financiero y social, y algo tendrá Putin que ceder para negociar la paz. Hacer caso omiso a la realidad histórica y sus procesos sería un suicidio. La oligarquía sabe muy bien que Putin debe ser depuesto para que la paz evolucione, sería lo ideal, pero, ya sea que esté muerto o jubilado a Europa u occidente no le importa; la paz es fundamental, mucho más valiosa y puede dar ímpetu a los ciudadanos rusos para crear una república constitucional con un liderazgo determinado políticamente.
De todas maneras, la mayor preocupación en Moscú es quién tomará las riendas de todos los que han estado sentados en un palco, cuando Putin se haya ido y un vacío de poder permita que el liderazgo se pelee como perros callejeros por el ascenso al poder… ¡ese es el gran dilema!.
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