POR ALBERTO QUEZADA
No hay dudas de que la gestión y el ejercicio de la política en cualquier parte del mundo parecen tener como condición ¨sine qua nun¨ la confrontación y el conflicto permanente entre los diferentes actores que interactúan en ella.
La afirmación que hacemos está fundamentada en el hecho de que si hacemos un repaso rápido a la historia política de los pueblos del primer y tercer mundo nos daremos cuenta de que esto ha sido una constante en el discurrir de su existencia.
Miremos por ejemplo, para darle fundamento a lo que planteamos, las historias de conflictos políticos que se generaron a raíz del advenimiento de la revolución norteamericana en el año 1776 en los Estados Unidos y el despunte aleccionador en 1789 de la revolución francesa en Europa.
Pero un poquito más cerca, podemos hacer mención de la historia dominicana cuyo pueblo templo su independencia sobre la base del conflicto y la confrontación permanente con los imperios español, francés y norteamericano.
De manera que, en este prevé ensayo lo que queremos explicar es que aunque a muchos no nos guste el conflicto político, por lo nocivo que resulta al desarrollo y el progreso de los pueblos, el mismo parece ser consustancial a la lucha política en la República Dominicana. No hay dudas.
Esto lo decimos por la absurda confrontación que están escenificando el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) a través de su presidente interino, Juan Temistocles Montás; y el presidente y líder de la Fuerza del Pueblo (FP), doctor Leonel Fernández.
De verdad que me parece un infantilismo político incalificable que dos políticos veteranos como el señor Montàs y el doctor Fernández, estén enfrascados en medio de esta pandemia en una confrontación absurda de que a quien es que le pertenece la segunda mayoría en el Congreso y la responsabilidad de que no se auditara el PLD. Qué Vergüenza!. Así no puede ser.
*El autor es periodista y magister en derecho y relaciones internacionales. Reside en Santo Domingo.quezada.alberto218@gmail.com
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