Primarias del PRM podrían decidir resultados de 2024

Danilo Cruz Pichardo

Antes del 6 de octubre de 2019, fecha en que se celebraron las primarias y quedó sellada la división del Partido de la Liberación Dominicana, todas las encuestas científicas atribuían mayoría a esa organización política para retener el poder en la contienda comicial de 2020. Sin embargo, las diferencias personales de los dos principales líderes impidieron entendimiento, se formalizó separación y ese acontecimiento benefició al PRM, principal de la oposición.
Al concretizarse la división, toda la esperanza de triunfo del PLD estuvo cifrada en el fraude, al controlar la Junta Central Electoral y todos los demás poderes del Estado, aparte de que disponía del Presupuesto de la Nación para la compra sin reparo de lo que haya que comprar. Pero las abultadas elecciones municipales de febrero de 2020 fueron un ensayo grotesco, que se revirtió contra los autores intelectuales y materiales, provocó levantamiento de la juventud dominicana y protestas en todos los residenciales y barrios del país. La Embajada Americana puso su alerta y no hubo otra alternativa que la celebración de un torneo libre.
Ningún analista político objetivo podía anticipar la división del PLD, pero tampoco el levantamiento que generó la patraña municipal de febrero de 2020. Esas razones llevan a pensar que no hay nada definido en torno a los resultados del certamen de 2024, que muchos aspectos caen en el campo de la especulación. Todavía están pendientes, en los meses por venir, una serie de eventos políticos, como son la celebración de primarias (particularmente en el PRM) y eventuales acuerdos o concertaciones, entre otros acontecimientos que no se pueden identificar.
Es verdad que la gente del Gobierno ha venido corriendo con ventaja muy evidente, con miras a los certámenes del año entrante, pese al alto costo de los productos de la canasta familiar, la tarifa eléctrica, la inseguridad ciudadana y el éxodo de nacionales haitianos hacia territorio dominicano, en gran medida, esto último, por la mafia militar fronteriza y por los consulados dominicanos en Haití que hacen su agosto. Esa condición de puntero de los gobiernistas obedece, sin embargo, a la falta de unidad de los dos bandos del peledeísmo, a la lucha anticorrupción que desarrolla el Ministerio Público, a la compra masiva de peledeístas, a la multimillonaria inversión en publicidad, en bocinas (nuevas y viejas), así como al incremento de los planes de asistencia social hacia la gente pobre y de menor escolaridad.
Desde la óptica del suscrito, la sensación de debilidad que oferta la oposición, sin capacidad siquiera para la concertación de una alianza municipal en todo el país, contribuye a que el PRM esté coqueteando, en los últimos meses, con el 50%. Hay firmas que le otorgan un número mayor, otras dan algo menos. En el peor escenario el PRM está por encima del 45%, cifra que se convierte en mayoría absoluta al momento de sufragar, porque se suman indecisos y además solo se computan votos válidos emitidos, los abstencionistas solo se registran en las encuestas.
Pero cuidado con la comisión de errores. El triunfalismo, considerarse dioses y pensar que no se necesitan a las minorías internas, del PRM, para ganar, pueden convertirse en el principal adversario de los inquilinos del Palacio Nacional.
Miles de perremeístas deambulan sin empleo después de tres años del cambio, mientras sus vecinos del PLD, en todos los barrios, ocupan los cargos y a diario son nombrados opositores de ayer; y pensar que Guido y Ramón no representan nada y lo que procede es darles “bola negra” antes y después de las primarias de octubre puede resultar fatal.
No sé cuáles porcentajes tienen Guido y Ramón juntos en el PRM. Podrían sacar un 20, en el peor de los casos un diez. ¿Usted cree que no se necesita ese 20 o ese 10? Particularmente ceo que se necesitan esos votos, los votos nunca sobran. Juan Bosch, en 1990, pensó que le sobraban sufragios y rechazó los apoyos incondicionales de Peña Gómez y Jacobo Majluta, el primero obtuvo un 24 y el segundo un 7%. Ahí se confirmó, de forma definitiva, que ese caballero evadía el poder político.
Es difícil, por no decir imposible, que Luis Abinader pierda las primarias del PRM en octubre. Lo controla todo, incluyendo el Presupuesto de la Nación, cuyo uso, directo o indirecto, no hay formas de evitar en un país con débiles instituciones. Pero para que Abinader celebre, después del evento interno, tiene que ganar con el 95%. Es una derrota obtener un 80 (un 70 sería una catástrofe), porque el 20 o 30% que no sufrague por él podría ser su sepultura electoral en mayo, en la medida en que no se siente a negociar, posibilidad remota, si se parte del menosprecio exhibido hasta el momento hacia las minorías internas.
Abinader puede lograr su reelección, es muy posible hasta el momento, pero no puede darse el lujo de restar un solo voto del PRM. En el hipotético caso de que hoy día se cuente con el 50%, no significa que anda con ese número en los bolsillos. Hay una franja del PRM que se siente excluida, que solo su objeción al pasado del PLD, el supuesto retroceso, ha impedido su salida, pero se trata de personas que solo están esperando el mes de octubre para asumir una posición definitiva en torno al certamen comicial de mayo del año que viene. No se puede obviar que, en la práctica, los tres partidos son la misma cosa: sin ideología, sin principios, sin nada.
Se trata, en apariencia, de aritmética elemental. Ejemplo: ¿Si usted tiene 50 y le quitan 10, cuánto le quedan? De seguro que respondería 40, pero necesariamente no es así. En política dos más dos no es igual a cuatro. Y posiblemente ese 10 terminaría siendo un 20 si se suma a otra opción política. En nuestro escenario hay tres fuerzas políticas que vienen marcando en todas las encuestas, las cuales suben y bajan dependiendo de las circunstancias, las cuales pueden ser favorables como desfavorables.
Indistintamente del eventual comportamiento que puedan exhibir la Fuerza del Pueblo y el PLD en lo que resta de año, todo indica que el evento más importante a ocurrir son las primarias del PRM, máxime con la rebelión de último momento que escenifica Hipólito Mejía, ante los obstáculos que le vienen poniendo a su hija Carolina Mejía, una carismática dama que en la actualidad se desenvuelve como alcaldesa del Distrito Nacional y que es objeto de un cerco político de sectores oligárquicos que están recostados de la teta del presente Gobierno.
Minimizar la conducta política de Hipólito es un peligro en potencia, porque es un viejo político marrullero, que está vinculado estrechamente a Danilo Medina, un estratega silencioso y tejedor de la sombra. Si el jefe de Estado no actúa con prudencia, humildad y no comparte el pan de forma equitativa (considerando la forma en que se llegó al poder y valorando el sacrificio de todos), le pueden construir una mayoría electoral por otro lado. Y le iría muy mal desde la oposición.
danilocruzpichardo@gmail.com

El Motín

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