Occidente, la Unión Europea, Ucrania y como terminará Rusia al final de la guerra

Por Jaime Bruno

Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, muchos de los gobiernos del mundo han condenado incansablemente este acto atroz y declarado su apoyo a Ucrania. Pero a pesar de esta coincidencia y la indignación existente, los objetivos de estos Estados ha sido un tanto vaga y negligente.

Esta actitud ha comenzado a cambiar. Recientemente, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenó que los Estados Unidos proporcione a Ucrania «sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple (MLRS) y municiones más avanzadas a Ucrania». También el secretario de Defensa, Lloyd Austin, puntualizó que Estados Unidos quería “ver a Rusia debilitada” de manera que no pudiera en lo inmediato ser un peligro para sus vecinos. Igualmente, la secretaria de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Liz Truss, informó que su país buscaría “sacar a Rusia de toda Ucrania” y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró que “queremos que Ucrania gane esta guerra”.

Indudablemente todas estas posiciones son una advertencia al Kremlin de que sus acciones en Ucrania serán neutralizadas. Pero lo que varios de estos Estados no tienen claro es cómo quieren que termine esta invasión a un país soberano e independiente. Es cierto que se han elegido medios para responder a la agresión de rusa, primordialmente, la ayuda militar a Ucrania y las sanciones económicas contra Rusia, pero existe una idea vaga en cuanto a los fines a los que servirán estos métodos.

Cabe destacar que la política actual de la OTAN y occidente se ha centralizado en gran medida en lograr evitar, que en lugar de lograr, lo que equivale decir que están jugando un rol defensivo. Esta pequeña indiferencia, desinterés y pasividad podría convertirse en una derrota ucraniana que le permitiría a Rusia instalar un régimen títere en Kyiv y posiblemente colocación de los recursos militares rusos, específicamente de sus armas de destrucción masiva o la expansión de la guerra más allá de Ucrania, lo cual sería muy peligroso para toda la región.

Después de más de dos meses de guerra y las limitaciones, concluimos en que existen muchos posibles resultados al final de esta guerra. Pero en la praxis, la pregunta a elegir es simple: ¿Estaría Rusia mejor o peor que cuando comenzó la invasión a Ucrania el 24 de febrero? Si el resultado de esta guerra deja a Rusia con una porción de terreno que dé hacia el mar de Azov o el mar Negro sería una victoria para el Kremlin, incluso sin importar que su objetivo original de anexión total de Ucrania no sea posible. La OTAN, la Unión Europea, Occidente y los Estados democráticos del mundo necesitan establecer reglas claras que garanticen que el Kremlin se arrepienta de sus acciones. Es imposible una segunda paz premiando una invasión rusa con territorio ucraniano, en términos de geopolítica esto tendría graves consecuencias para el futuro de Ucrania y el mundo. Es fácil determinar que la seguridad y credibilidad de los tratados, las normas de soberanía y la no intervención sustentan el orden internacional y la paz mundial.

Primeramente, una paz a tal costo restituiría tanto la osadía de la invasión como los abusos de los derechos humanos cometidos. La mentalidad de una ganancia territorial mezclada con propaga elevaría la moral y por supuesto esto no solo podría allanar el camino para una tercera invasión rusa a Ucrania a su debido tiempo, sino que también dañaría la seguridad y la credibilidad de los organismos internacionales llamados preservar el orden y la paz mundial.

Segundo, un país que es uno de los grandes exportadores de granos y metales en el mundo se vería disminuida, especialmente si Rusia consolida o extiende su control sobre la costa de Ucrania, asfixiaría económicamente a esta nación. Indudablemente Rusia estaría en ventaja ante cualquier eventual acuerdo de paz. La importancia que Ucrania gane terreno en estos lugares radica ahí, para poder darle paso a los temas que indudablemente serán parte de las negociaciones. ¿podrá Ucrania unirse en pleno derecho a alianzas u otras organizaciones internacionales? Otro, manejo de prisioneros de guerra: ¿Cómo serán repatriados esos soldados? Indiscutiblemente no podría quedarse fuera el tema de las sanciones económicas a Rusia: La historia y los procesos que actualmente se dan nos enseñan que esta guerra se recrudecerá en las próximas semanas y si Rusia gana territorio, estará en una posición más fuerte para negociar sobre todos estos temas, cosa que la Unión Europea, ni la comunidad internacional quieren.

Y tercero, Ucrania no aceptará una mayor pérdida de territorio sin antes luchar con todo lo que tienen. Cada día de guerra Ucrania se debilita más, las pérdidas humanas, destrucción de infraestructuras y cierres de industrias, tienen económicamente de rodillas a este valiente país. Pescando en mar revuelto, algunos Estados europeos parecen contentos de ver a los dos bandos librar una guerra de desgaste, hasta que lleguen al agotamiento mutuo y un punto muerto a la hora de definir algún acuerdo paz y favorecer a Rusia.

Por lo tanto y para evitar que esto suceda, la Unión Europea, Occidente y los países del entorno que se sienten amenazados deben garantizar que Rusia termine peor que antes de la invasión. Como mínimo, la política occidental debe garantizar que Rusia no obtenga nuevos territorios ucranianos, especialmente las costas del país y continuar con sanciones económica severas hasta que cambie fundamentalmente su política hacia Ucrania y otros países que pertenecieron a la URSS.

Un pragmatismo audaz debe comenzar, gradualmente Rusia debería estar completamente aislada del acceso a las economías occidentales y primordialmente sustituida por otros mercados con las importaciones de petróleo y de gas a Europa, estas son sanciones costosas y difíciles. Se sabe que no existe una forma sencilla y módica de abordar esta amenaza humanitaria y de seguridad para el mundo. Más sanciones serían inconvenientes para Europa, Occidente y la economía mundial, pero esta clarísimo que serían desastrosas para Rusia. La comunidad internacional debe prevalecer en este concurso de determinación.

La agenda de soberanía e independencia de Ucrania significó no solo que el Congreso aprobara el paquete de apoyo militar de 40,000 millones de dólares que solicitado al congreso por el presidente Biden, sino también que Europa debería hacer lo mismo sin ambigüedades, tanto con la restauración del territorio de Ucrania como con la reconstrucción de su economía devastada por la guerra.

El temor a una escalada rusa no debe impedir que la comunidad internacional materialice estos pasos. La imprudente y sutiles charlas nucleares de Rusia están bautizadas para jugar con los temores del mundo. Cuando el río suena algo trae y el sonido de los cuchillos largos rusos reflejan su escasez de otras opciones. La guerra en Ucrania ha expuesto serias debilidades rusas en otros dominios (poderío militar convencional, guerra informática, poder cibernético y resiliencia económica), las armas de destrucción masiva son ahora su único reclamo de grandeza geopolítica.

Las amenazas irracionales de un país con serias deficiencias militares, no hacen que las mismas sean más creíble y el argumento de que “Rusia usará pequeñas armas tácticas nucleares a menos que se le permita ganar la guerra” no debe disuadir a Ucrania y a la comunidad internacional a luchar por el bienestar global.

El precio a pagar por esta indecisión estratégica puede ser alto. La historia nos muestra que la falta de claridad en los objetivos ayudó a prolongar la guerra de Bosnia, la guerra de Vietnam y la patética indecisión en la Segunda Guerra Mundial permitió que Hitler se expandiera sin control. Las indecisiones han sido funestas y han costado la vida a miles y miles de personas. La comunidad internacional no debería repetir ese error.

El Motín

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