La llegada de la televisión digital a Cuba

La televisión digital en Cuba está por llegar. Las transmisiones ya comenzaron e incluso en áreas de varios municipios de la capital donde la recepción siempre ha sido deficiente, los decodificadores, conocidos entre nosotros como «la cajita» se entregaron subsidiados.

Pero son las tiendas en pesos convertibles las encargadas de comercializar las cajitas, cuyo precio, según la marca y las prestaciones, oscila entre los veinte y los cincuenta CUC.

A eso debe añadirse que para el óptimo rendimiento de la cajita debe cambiarse la cinta bifilar conocida como bajante por un cable coaxial que se vende a 0,40 CUC el metro, adquirir los conectores y para una nitidez absoluta, la antena conocida como «espina de pescado» que cuesta aproximadamente 14 CUCs.

La televisión digital no está al alcance de todos; para empezar, en Cuba todavía hay mucho televisor sin los terminales para las conexiones a la cajita, hasta subsisten de acuerdo con el censo del año pasado, televisores en blanco y negro de la época soviética.

Los televisores de pantalla plana de 32 pulgadas, dependiendo de la tecnología, no bajan de los 300 y pueden llegar hasta los 1000 CUCs.

A pesar de eso, en las tiendas donde se venden los componentes para la televisión digital suelen formarse colas cuando hacen su efímera aparición el cable coaxial y los conectores, ya que los revendedores compran y luego se apuestan en las inmediaciones de la propia tienda a proponerlos a 1 CUC con una ganancia de sesenta centavos.

Lo que ofrece

¿Qué podemos ver gracias a la «cajita»? Además de los 4 canales nacionales y el canal provincial y TeleSur, un canal de animados infantiles, uno de música, Cubavisión Internacional y se encuentra en pruebas un canal de alta definición.

Cuba

Se puede también acceder a emisoras radiales, a noticias, reporte meteorológico, servicios a la población y efemérides de ECURED, la muy sesgada versión criolla de Wikipedia.

Este indudable paso de avance tecnológico no resuelve el problema fundamental de la televisión cubana.

Una televisión con muchos enlatados por los que no se pagan derechos y a los que en postproducción se les tapa el logotipo del canal del que fueron pirateados; pero sobre todo, un empobrecimiento de la producción de dramatizados, y sobre todo, muchos informativos y programas de opinión que paradójicamente no recogen toda la información y todas las opiniones.

Si echa un vistazo a Cubavisión Internacional, que se supone que aúna lo mejor para mostrarlo al mundo, podrá imaginar cómo anda el resto.

La burbuja del Paquete

El cubano, con una filosofía largamente entrenada en aquello de «si no puedes saltarlo, dale la vuelta», que ha vivido sucesivamente la persecución policial de los alquiladores de casetes de video Betamax y luego VHS, de las antenas satelitales, -aun cuando el servicio sea pagado por un primo desde Miami-, con sus redes de distribución cableada a medio barrio –o medio pueblo-, ahora puede disponer de programación alternativa y a la carta con El Paquete Semanal, un terabyte de cuanto se pueda imaginar: Películas, series, programas de participación, de música, de salud, de ejercicios, de cocina, de astrología, Animal Planet, National Geographic, revistas del corazón, consejos para una buena vida, concursos de belleza y de talentos, deportes; cualquier cosa menos pornografía y política.

Los emprendedores privados también aprovechan y cuelan su publicidad underground y puede ser mala pero también la hay excelente.

El llamado Paquete Semanal es todo un negocio en la isla.

Mi amiga Daisy es una enfermera jubilada de escasos recursos, no obstante se las arregló para comprar de segunda mano un reproductor de DVD y la vecina contigua, que sí encarga el paquete semanal, gratis le graba a Daisy un «combo» de telenovelas que van desde las brasileñas de O Globo hasta dramas coreanos que alterna con las que pasan por la televisión.

Personas como Daisy no se interesan por los problemas mundiales; como un ruido de fondo escuchó de los atentados de Paris; de los asesinatos de Boko Haram no tiene ni idea, y si sabe de la crisis de los cubanos en Centro América es porque el comentario del barrio es el doctor Roberto que estuvo en el consultorio del barrio hace como seis años, y el pobre, vendió hasta la máquina de coser de su abuelita con tal de reunir el dinero para llegar a Ecuador y míralo ahora varado en Costa Rica.

Jóvenes diestros con la tecnología también han establecido su cableado y juegan en red Minecraft, FIFA, Call of Duty, Battlefield o DotA.

Esa misma estructura ha crecido y se ha diversificado dando lugar a una verdadera red social donde se intercambia información de cualquier tipo.

No importa que esas redes offline sean tan perseguidas como las antenas; como cabezas de Hidra surgen más de las que cortan; además no hay nada previsto en el Código Penal para esa interconexión, y si no hay lucro, no puede aplicarse siquiera la figura delictiva de enriquecimiento ilícito.

Albertico, adolescente de quince años es Ule en el mundo DotA. Ser un Centinela le interesa mucho más que asistir al tecnológico donde está matriculado para hacerse albañil.

Está convencido de que ser obrero calificado de la construcción no le ofrecerá nunca el reconocimiento de que goza como héroe virtual con habilidades especiales y gran experiencia.

Hastiada de su propia vida, Daisy vive la vida de sus héroes de telenovela.

Las telenovelas surcoreanas se han vuelto muy populares en Cuba.

Las Daisies de este país ni aspiran a comprar un receptor digital ni pueden ni les interesa lidiar con los misterios de una computadora; cuidan mucho su viejo televisor de tubo de rayos catódicos porque saben que luego de ese, no habrá más.

Regina Coyula es bloguera, activista de derechos humanos y crítica del gobierno cubano. Aunque reniega de las etiquetas, es considerada «disidente» en su barrio, por decir y escribir lo que piensa. Ella se considera una ciudadana crítica sin afiliación política.

Acerca de este blogUn espacio compartido por diversas voces, de distintas generaciones y con distintas posturas políticas. Historias que retratan la realidad de Cuba y que no necesariamente trascienden a los titulares de la prensa internacional.

Redacción

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