El jefe de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, durante una conferencia de prensa en Ginebra, el 6 de abril de 2023.

La “Enfermedad X” para la que se prepara la OMS

Las organizaciones globales están trabajando para construir un estado de preparación permanente y controlado globalmente para la llegada de la anunciada “Enfermedad X”.

En su intervención en un seminario del Foro Económico Mundial (FEM) llamado “Preparación para la Enfermedad X”, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó que en 2018 su organización “necesitaba tener un marcador de posición para la enfermedad que no conocemos”.

“Y fue entonces cuando le dimos el nombre de Enfermedad X”, dijo el 17 de enero. “Nos estábamos preparando para enfermedades similares al COVID, e incluso se puede llamar al COVID la primera Enfermedad X”.

Desde entonces, organizaciones globales como la OMS, el FEM, el Banco Mundial, el G7 y el G20 han estado trabajando para construir una infraestructura global para luchar contra la próxima pandemia, cualquiera que sea la forma que adopte.

La “Misión de los 100 Días”

Para hacer frente a la propagación de tales virus, en la cumbre de Davos de 2017 del WEF se creó la Coalición para Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI), con sede en Noruega, como una autodenominada “asociación global entre organizaciones públicas, privadas, filantrópicas y de la sociedad civil”.

En 2022, CEPI se asoció con McKinsey & Company, una consultora de gestión, para elaborar su “Misión de 100 días” para acelerar la producción de vacunas.

Según este informe, transcurrieron entre 326 y 706 días “desde el día en que la secuencia de COVID-19 estuvo disponible hasta la autorización de uso de emergencia por parte de una autoridad reguladora estricta o la emisión de una Lista de uso de emergencia por parte de la Organización Mundial de la Salud”.

El plan de CEPI haría que las vacunas estuvieran disponibles en un plazo de 100 días, tiempo durante el cual se emplearían “intervenciones no farmacéuticas” para frenar la propagación de la enfermedad.

Durante la pandemia de COVID-19, las intervenciones no farmacéuticas incluyeron pruebas, rastreo de contactos, distanciamiento social, vigilancia, cierres, restricciones de viaje y prohibiciones de reunirse para eventos familiares o servicios religiosos.

En el plan de 100 días, los científicos acelerarían el cronograma aprovechando la tecnología de las vacunas existentes, “combinando diferentes fases del ensayo en un solo ensayo para acelerar la inscripción” y “desplegando ensayos de plataforma, como ‘Solidaridad de la OMS’, en el que cientos de hospitales de docenas de países colaboran para evaluar los riesgos y beneficios de la vacuna.

Luego, las empresas y agencias gubernamentales fabricarían rápidamente el primer lote de vacunas experimentales para uso humano.

Antes de que llegue la Enfermedad X, la comunidad global debe establecer plataformas de respuesta rápida y crear bibliotecas de vacunas, afirma la CEPI.

Una vez que llegue X, el foco pasaría de los prototipos de vacunas a la producción rápida de tratamientos “específicos para el patógeno”. A partir de ahí, los funcionarios distribuirían la vacuna a las poblaciones y evaluarían sus efectos.

Los autores del informe afirman que “reconocemos que hacer posible la aspiración de los 100 días conllevaría una serie de riesgos que habría que evaluar exhaustivamente antes de una pandemia, y el objetivo sólo debería perseguirse si se establecen las salvaguardias adecuadas”.

Para apoyar la Misión de los 100 Días se está creando una instalación en Porton Down (Reino Unido), denominada Centro de Desarrollo y Evaluación de Vacunas. Se trata de una instalación de alta seguridad antes conocida por producir armas químicas y en ella trabajarán más de 200 científicos.

Además de desarrollar vacunas contra amenazas como el virus de la influenza aviar H5N1, el Centro de Evaluación y Desarrollo de Vacunas también trabajará en productos farmacéuticos para la fiebre de Lassa, Nipah y la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, un virus transmitido por garrapatas. Muchas de estas enfermedades están en la lista de patógenos de la OMS que podrían causar una futura pandemia.

Además de inyectar una gran cantidad de nuevas vacunas en las poblaciones, otra área importante de planificación para la Enfermedad X es la iniciativa para centralizar la respuesta a las pandemias dentro de la OMS.

Actualmente circula entre los 194 países miembros de la OMS el llamado “borrador cero” del Acuerdo sobre Pandemia de la OMS y las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional existente, que la organización espera que se firme en mayo.

El acuerdo y sus enmiendas se enfocan en centralizar la coordinación de las cadenas de suministro bajo la dirección de la OMS, compartir información sobre enfermedades y tratamientos entre los miembros, garantizar la “equidad” de la atención sanitaria entre todas las naciones y crear un “enfoque de todo el gobierno y toda la sociedad” para la respuesta a la pandemia en los países miembros.

Al FEM, la OMS y otros líderes mundiales les preocupa que, en tiempos de crisis, la gente pueda verse engañada por ideas incorrectas.

“La principal preocupación para los próximos dos años no es el conflicto ni el clima, sino la desinformación y la información errónea”, les dijo a los asistentes a Davos la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Siguiendo ese mantra, el WEF publicó su Informe de Riesgos Globales 2024, en el que la organización encuestó a 1490 expertos en riesgos globales, quienes coincidieron en que la información errónea es el “riesgo global más grave”.

El Motín

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