Haruki Murakami, escritor japonés.

Haruki Murakami, el eterno aspirante al Nobel de Literatura

El escritor japonés es un eterno candidato al máximo galardón de las Letras, cuyo ganador de este año se conocerá el jueves. Se lo acusó de ser “un escritor de moda”, pero su mérito es mucho más grande que eso.

Haruki Murakami es un escritor que genera un debate constante en torno a su candidatura al Premio Nobel de Literatura. Año tras año, su nombre resuena como uno de los posibles ganadores, y es difícil pasar por alto su impacto en la literatura contemporánea.

Aunque nació en Kioto, una ciudad tradicionalista e histórica de Japón, Murakami se ha destacado por su estilo literario, que a menudo se aleja de lo que se considera típicamente japonés. No deja de ser paradójico que Murakami nació en la tradicionalista e histórica Kioto, y no en la cosmopolita Tokio. El contraste entre su origen y su obra literaria es fascinante.

Kioto es conocida por su rica herencia cultural y su conservadurismo, mientras que Murakami ha abrazado una narrativa que incorpora elementos surrealistas, culturales occidentales y una exploración constante de los límites de la realidad y lo fantástico.
Esto ha llevado a algunas críticas que sugieren que su estilo es menos “auténtico” en el contexto literario japonés, que tradicionalmente valora aspectos más arraigados en la cultura japonesa.

Al japonés siempre se lo ha “acusado” de no ser lo suficientemente “auténtico” en el marco de un rubro y un país que valora lo “japonés” por sobre otras características. Sus referencias literarias tienen más que ver con Occidente que con Oriente, es cierto.

Ha traducido al japonés a Francis Scott Fitzgerald o Raymond Carver, es fanático del jazz, y ha dicho que sus libros preferidos son El gran Gatsby, El largo adiós, El guardián entre el centeno de J.D. Salinger, Los hermanos Karamázov de Dostoievski y El Castillo de Franz Kafka. Es decir, tres estadounidenses y ningún japonés.

En su sitio web, Murakami cita al mismo Chandler, junto a Kurt Vonnegut y Richard Brautigan como algunas de sus principales influencias literarias. En contraposición a otros autores japoneses muy leídos en Occidente como Yasunari Kawabata o Yukio Mishima, Murakami mira a Occidente desde Oriente, pero no explica Oriente para Occidente. No lo necesita, por supuesto. De hecho, su obra trasciende esas fronteras culturales.

Sin embargo, sí hay algo bastante japonés en la obra de Murakami. Los ambientes surrealistas, los gatos, las mujeres como seres etéreos y misteriosos que siempre son un catalizador para algún acontecimiento significativo en la vida del protagonista masculino, la música, en su caso el jazz, el permanente ir y venir entre el mundo de lo “real” y lo fantasmagórico.

Uno de estos elementos es la presencia constante de gatos en sus historias. Los gatos son considerados criaturas misteriosas en la cultura japonesa, a menudo asociados con la espiritualidad y el simbolismo. En las obras de Murakami, los gatos a menudo desempeñan un papel enigmático y aportan una dimensión especial a la trama.

También hay muchas referencias occidentales, claro, en Norwegian Wood, también conocida como Tokio Blues (1987), la trama comienza porque el protagonista escucha la canción de Los Beatles del mismo nombre que lo retrotrae a su juventud, en el convulsionado Tokio de los años 60. Es un libro particular en la obra de Murakami, donde no hay elementos “mágicos” sino que la trama es bastante mundana.

Esta obra demuestra su habilidad para capturar la complejidad de las relaciones humanas y la vida cotidiana de una manera conmovedora y reflexiva, creando una novela de iniciación o de aprendizaje que se inscribe en una larga tradición de obras de ese tipo, con una sensibilidad muy particular. De hecho, él mismo ha dicho que quería probar que era capaz de escribir una novela “normal”. Y lo hizo con creces.

En sus obras maestras como Crónica del pájaro que da vuelta al mundo (1994) o Kafka en la orilla (2002), lo mágico interactúa con lo cotidiano de forma permanente. Pero no como en el realismo mágico latinoamericano, los personajes entienden la extrañeza de lo que viven, casi como sueños. Como Murakami mismo ha expresado, escribir una novela es para él como soñar de manera deliberada mientras está despierto, una forma de descender profundamente en su conciencia y explorar lo onírico como una realidad.

El realismo mágico a menudo presenta eventos fantásticos que se aceptan con naturalidad en el mundo de la narrativa, sin que los personajes los cuestionen. En cambio, en las novelas de Murakami, los personajes son conscientes de la peculiaridad de su entorno y de las experiencias extraordinarias que están viviendo. Esto les otorga una sensación de realismo psicológico y una comprensión profunda de la extrañeza que los rodea. Murakami explora lo onírico como una realidad palpable en su obra.

El Motín

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