El ex diputado Rafael Méndez.

El Estado Dominicano se rige con sobreabundancia de leyes

POR RAFAEL MÉNDEZ

La legislación que regula el Estado en la República Dominicana cuenta

con más de cien mil leyes, según el cómputo preliminar del inventario

que se está realizando en la Cámara de Diputados, en el que se

incluyen las resoluciones y tratados internacionales que tienen

categoría de legislación.

Esta información nos sugiere lo oportuno que resulta traer a colación

la advertencia de tratadistas del derecho y de otros especialistas de

distintas ramas del saber, en el que se destacan filósofos de la

antigüedad griega, quienes coinciden en advertir que son de igual

peligrosos para un país, la falta de leyes, como la sobreabundancia de

legislaciones.

Pero también resulta más que oportuno sacar a relucir que entre los

dominicanos se ha incrustado como hiedra lo que nos atrevemos a

denominar la cultura del incumplimiento de la ley, aún cuando tenemos

legislaciones hasta para lo que menos podríamos imaginar, entre las

que podemos citar, la existencia de leyes que tienen por objeto hacer

cumplir otras leyes.

Además del incumplimiento de la ley, me permito referir la

inobservancia de ordenanzas y de resoluciones municipales, que para

los dominicanos, y los nacionales ausentes cuando visitan el país, se

ha hecho endémico. Más aún: ha hecho metástasis, y se hace más

evidente entre quienes ostentan alguna posición de poder, en el Estado

o en la sociedad.

Sócrates ante la ley

El sabio griego Sócrates, después de ser injustamente condenado a

morir envenenado, en el año 399 antes de nuestra era, acusado de

corromper la juventud y de impiedad con los dioses de Atenas, pasó por

grandes dilemas ante las múltiples alternativas de salvar la vida que

le proponían sus amigos, seguidores y con quienes coincidió en la

prisión.

Sus compañeros de celda le ofrecieron abrir un orificio para que

escapara, sus amigos, abogados y seguidores le recomendaron solicitar

al tribunal conmutar la pena de muerte por el exilio, como lo habían

hecho otros, y que los jueces que le condenaron estaban en ánimo de

acoger esta solicitud.

El sabio Sócrates tenía un alto sentido de lo que significaba para la

sociedad del momento y para la posteridad, el respeto a la Ley, y por

eso el maestro quiso dejar un legado a la humanidad, acató el injusto

veredicto con la misma dignidad y coherencia con la que vivió, y se

decidió por «dar ejemplo con su propia vida de respetar las leyes», y

a «tomar el veneno del estado»: La cicuta.

«Nosotros (las leyes) proponemos lo que mandamos, y no de un modo

despótico, sino dejando la opción de que se nos obedezca o se nos

convenza de lo contrario. Ahora bien, quien no se acoge a una de estas

opciones, no actúa como es debido». Platón.

El Motín

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