La intervención por radio y televisión del presidente Danilo Medina me pareció decepcionante y cantinflesca, hablando solo de la reelección como si ese fuera el único problema del país, no la falta de seguridad ciudadana, de empleo, de vivienda, de energía, salud, educación, agua potable, etc.
Un discurso miserable de 19 minutos para justificar su degradación ética y moral, toda vez que se presentaba como un hombre impoluto en cuyas palabras y acciones se podía creer porque eran cónsonas.
Un discurso irresponsable porque no abordó los problemas nacionales incluyendo el de la migración haitiana que ocupa la atención de la comunidad internacional que observa el drama de miles de dominicanos de ascendencia haitiana que han sido despojados de su nacionalidad y están siendo tratados como animales por las autoridades.
Un discurso impropio para un jefe de Estado que debió presentarse abrumado y desconsolado por lo que está sucediendo con la criminalidad y la delincuencia, los constantes intercambios de disparos que ya se producen hasta en las cárceles.
Danilo Medina no habló como un presidente; habló como un político demagogo que miente sin ningún rubor, que se desdobla como un actor secundario para intentar justificar lo injustificable, burlándose de la inteligencia de los demás.
No habló el estadista que muchos creyeron que era; habló el político que no cree ni en sí mismo, que ayer aborrecía la reelección diciendo el país no estaba preparado porque no había instituciones sólidas, que los funcionarias no sabían distinguir entre el dinero público y el propio, el que aseguró que no quería ser líder ni volver de manera intercalada al solio presidencial, el enfatizó que para reelegirse había que comerse un tiburón podrido, enterrar los escrúpulos y los principios en un zafacón. (¿?)
Danilo perdió el tiempo prometiendo lo mismo que prometió hace cuatro años cuando estaba en campaña, y que no ha cumplido. Pero esta vez lo hizo para explicar las inválidas razones de su repostulación. Tuvo la cachaza o la cara dura de asegurar que no compró la modificación de la Constitución que en el 2010 aprobó su partido; que no invirtió una fortuna en agenciarse el favor de los venduteros del Partido Revolucionario Dominicano y del Reformista, como si todos no lo supiéramos porque se hizo de manera pública y descarada.
Danilo no ha resuelto uno solo de los problemas del país en cuatro años a pesar de todos los recursos que ha manejado. No los resolvió en cuatro, tampoco lo hará en ocho. El PLD cumplirá 16 años en el Estado, y los males se han agravado.
Danilo ha pedido cuatro años más al pueblo. Cuatro años más para “no mirar hacia atrás”, para “no lanzarle piedras al pasado”, cuatro años más para la corrupción y la impunidad.
Cuatro años más de falsas promesas, mentiras, engaños, clientelismo, saqueo del Estado, cinismo y burla. Cuatro años más de pobreza, miseria, inseguridad social y ciudadana; cuatro años más para los crimines y delitos, para el narcotráfico, para el endeudamiento irresponsable, para los apagones, para el aumento del costo de la vida, la falta de viviendas, para seguir invirtiendo más en publicidad y compra de periodistas, senadores, diputados y dirigentes políticos que en salud.
El discurso sirvió para dejar claro dos caminos: El de la corrupción y la impunidad, el saqueo del Estado y la falta de transparencia, la mediocridad y el continuismo de un modelo fracasado; el segundo camino es el de la dignidad y la vergüenza, el cambio y la transformación social y económica.
Yo escojo el segundo de los caminos. Que cada quien decida el suyo. Prefiero a Luís Abinader antes que al mentiroso de Danilo Medina).
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