BARCELONA, SPAIN - MAY 19: Head coach Tito Vilanova and Eric Abidal of FC Barcelona holds up the trophy during the celebration after winning the Spanish League after the La Liga match between FC Barcelona and Real Valladolid CF at Camp Nou on May 19, 2013 in Barcelona, Spain. (Photo by David Ramos/Getty Images)

El Barcelona está de fiesta

 

BARCELONA —  De fiesta la afición por la séptima Liga conquistada en los últimos once años y de fiesta la plantilla, a la que Luis Enrique no ha convocado hasta el próximo jueves, para preparar un partido intrascendente ya ante el Deportivo y ponerse las pilas para los dos compromisos que cierren el curso.

Espera la final de Copa, antesala de la fiesta mayúscula de Berlín y en el vestuario, ahora sí, ya se empieza a escuchar la palabra prohibida. «Aún faltan dos títulos más para saber la nota final del equipo», admitió Luis Enrique en la sala de prensa del Vicente Calderón mientras unos metros más allá Busquets lo verbalizaba sin más: «Ahora sí tenemos el triplete entre ceja y ceja».

Copa y Champions. Ese es el reto, el objetivo, la ilusión de un Barça que transitó entre la cautela y la ambición en las últimas semanas para, por fin, soltarse. El propio presidente Bartomeu admitió que cumplido el primer objetivo ahora la Copa es el siguiente, el mismo lunes que se ponían a disposición de los socios la solicitud de entradas para la final de Berlín y las expectativas saltaban por los aires: en las primeras cinco horas se habían superado las siete mil solicitudes.

Apoyado en el liderazgo de un Messi tan intocable como definitivo (marcó el primer gol de la Liga y anotó el que le dio el título al equipo) y trabajado por un entrenador obsesivo y de trato especial, el Barça ha acabado por encontrar la ruta exacta hacia el éxito. «Lo principal es llegar a abril con la posibilidad de ganar los títulos», proclamó hace muchos años Johan Cruyff, y Luis Enrique, a quien ató el holandés en la primavera de 1996 (aunque después no le pudiera dirigir), ha hecho buena esa máxima en una temporada de vértigo.

Dos días antes de jugar en Anoeta, en el segundo entrenamiento de enero, el asturiano se las tuvo a gritos con Messi en un entrenamiento. Suplente en San Sebastián el argentino, la derrota degeneró en su ausencia en el posterior entrenamiento de puertas abiertas para la hinchada, el enfado monumental de Luis Enrique que quiso expedientarle… Y en la entrada en escena de Xavi, líder espiritual del vestuario que sin ser trascendental en el campo debería ser elogiado por la gestión que tuvo de aquella crisis.

El Barça le dio la vuelta al calcetín y se entregó a la causa desde todos los ámbitos. Pasó de trotar a cabalgar y de cabalgar a volar. Con Leo en el centro de la escena, con el tridente a su vera, con el equipo de acompañante, con la pelea como razón de ser y con un portero, Bravo, que superó las mejores expectativas.

Hoy, campeón otra vez de Liga, todos los números apoyan las decisiones del entrenador y el rendimiento de los jugadores. La imagen final, del tridente abrazándose a Luis Enrique, es la que explica cómo ha llegado el equipo azulgrana al final de la temporada. Con el triplete en el espejo. Pero, lo consiga o no, con la tranquilidad de haber cumplido la exigencia.

Jordi Blanco

Bienvenido Carmona JR

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