LOS ÁNGELES – Han pasado dos meses desde que Blake Griffin sufrió la lesión en el cuádriceps, y uno desde que pasó por quirófano para tratarse de una fractura en la mano tras agredir a Matías Testi, uno de los trabajadores del equipo. En este punto de la temporada, Los Angeles Clippers están sabiendo llevar muy bien la baja de una de sus piezas clave (20-6 desde su primera lesión), sin embargo la mayor preocupación reside en cómo llegará el plantel a los playoffs debido a la carga de minutos repartidos acumulados.

Doc Rivers no está echando de menos en demasía a Griffin. Antes del encuentro ante Denver Nuggets en el Staples Center, el coach confesó que no sabe en qué punto de su recuperación se encuentra. Ni le pregunta, ni le interesa, ni persona; una práctica que lleva años llevando a cabo con sus pupilos lesionados.

“Nunca chequeo cómo está Griffin”, afirmó. “Siempre he sido así, no hay nada que se pueda hacer. Es esa cosa que nunca cambié. Sí chequeo cómo se siente, pero tengo que entrenar al equipo y estar concentrado en ello. Nunca quiero que el jugador sienta que está bajo presión. Ya tiene suficiente consigo mismo y los demás. Ni siquiera sé cuándo está previsto que regrese. Presto muy poca atención a eso”, comentó.

El ala-pívot regresará de cara al tramo final de la temporada a un equipo que se habrá acostumbrado a jugar sin él y en el que incluyeron a un nuevo jugador en la rotación, Jeff Green. Según Rivers, no habrá tiempo para que los desajustes condicionen el papel de los Clippers en los playoffs, donde las demás formaciones de la Conferencia Oeste llegarán, dice, en un buen estado de forma. Griffin deberá volver a acostumbrarse al equipo tanto como el equipo tendrá que hacer lo propio con el jugador.

“No tengo un mínimo que tenga que estar el equipo. Quizás una o dos semanas. Eso es duro, quién sabe. Será difícil para nosotros deberemos practicar más de lo normal. Tenemos que hacer algo, eso seguro. Los equipos están muy pulidos cuando van a playoffs y nosotros tenemos que llegar igual”, agregó el coach.

Gonzalo Aguirregomezcorta