Conviene hablar de las garrapatas porque nos aproximamos al verano, y ese es el momento del año en que están más activas. Una pena que esa sea también nuestra época favorita para realizar actividades al aire libre. Y de nuevo una desgracia que el calentamiento global esté alargando cada vez más esta fase de interacción entre nuestras especies. De hecho, hay quien dice que pronto preferirán a los humanos que a los perros.
Para ilustrar la peligrosidad de estos ácaros, voy a hablaros de un caso reciente que nos llega desde los Estados Unidos. Sucedió en Oregón, donde según el estudio que se publicó el mes pasado, un hombre tuvo la peor de las suertes al infectarse tres veces (me refiero a tres enfermedades diferentes) tras recibir una sola picadura de garrapata.
El estudio citado afirma que el hombre llegó a la sala de urgencias con síntomas de fiebre, nausea, dolor de piernas y el distintivo enrojecimiento que antes os mencioné presente en un tobillo. Cuando se le realizaron pruebas se descubrió que mostraba anemia (bajos niveles de glóbulos rojos), trombocitopenia (bajos niveles de plaquetas) y también una lesión renal aguda acompañada de un posible daño hepático.
El afectado, un hombre de 70 años, relató que un mes antes había notado una picadura en el mismo tobillo que mostraba el enrojecimiento durante un viaje al noreste de los Estados Unidos, y que lo atribuyó a un insecto. Pronto, los doctores atribuyeron el cuadro del paciente a la picadura de una garrapata. Sus sospechas resultaron ciertas, posteriores análisis mostraron que además de la enfermedad de Lyme provocada por la bacteria Borrelia burgdorferi, había otras dos infecciones simultáneas provocadas por las bacterias Anaplasma phagocytophilum (que causa la anaplasmosis) y Babesia microti (responsable de la babesiosis). Esta última además de poco común es una enfermedad grave que en ocasiones resulta fatal.
De todas las garrapatas del mundo, al pobre hombre le había tocado la más infecta ya que tanto la anaplasmosis como la babesiosis pueden causar anemia, trombocitopenia y daños en los órganos. Afortunadamente la sangre no llegó al río y los doctores pudieron tratarle con antibióticos, tras lo cual se recuperó. En 2018, un hombre de una edad similar picado por una garrapata en Ávila no tuvo tanta suerte y acabó falleciendo a causa de una enfermedad vírica.