Bosch forma escuela durante polémica con el MPD

Por Sebastián del Pilar Sánchez

El 4 de septiembre de 1970, el expresidente Juan Bosch hizo de conocimiento público que hacía dos semanas se había concretado la apertura de una escuela de educación política en su antiguo partido blanco, para capacitar a sus dirigentes de base y librarlos de la influencia del Movimiento Popular Dominicano (MPD), sustentante de una línea táctica que promovía acciones subversivas contra el recién reelecto gobierno de Joaquín Balaguer.

El líder perredeísta manifestó en su acostumbrada comparecencia en el programa “Tribuna Democrática”, a la 1:30 de la tarde por Radio Comercial, que desde su regreso de Europa estaba “preocupado por la forma en que el MPD ha estado desviando a una parte de la juventud dominicana” mediante “las ideas confusas que ha sembrado en la cabeza de algunos jóvenes”, para desarrollar su labor conspirativa en compañía de un partido de ultraderecha.

El profesor Bosch reveló que debido a la influencia del MPD en el organismo juvenil de su partido, fue necesario separar de sus filas a varios dirigentes que acusaron de tener una supuesta relación con la línea política emepedeísta que conducía el país hacia un inevitable despeñadero, por el incremento diario de muertes y desapariciones de jóvenes revolucionarios. aun cuando -según su apreciación- no estaba en peligro la estabilidad del gobierno de Balaguer.

Se debe saber que Bosch acababa de retornar a la República Dominicana el 16 de abril de ese mismo año, tras permanecer alojado durante tres años y siete meses en Madrid, Benidorm y Paris. En su ausencia, su partido estuvo dirigido por José Francisco Peña Gómez, secretario general, quien mantuvo una estrecha camaradería con la dirigencia del MPD, hasta el punto de que la figura principal de esa organización izquierdista, Maximiliano Marino Gómez Horacio, “el moreno”, sostuvo con él  varias reuniones clandestinas en las residencias de profesores universitarios y amigos comunes, donde acordaron asumir una línea táctica anti-releccionista, similar a la que el propio Peña Gómez motorizaría cuatro años más tarde para enfrentar la segunda reelección de Balaguer.

Sin embargo, esa relación política entre perredeístas y emepedeístas, se quebró luego de que el dirigente de izquierda fuera detenido por la Policía y encerrado en la Penitenciaría Nacional de La Victoria, ya que su sustituto en la secretaría general del MPD, el joven de 26 años Otto Morales Efres, decidió usar la acción directa para agudizar la confrontación política contra el régimen de Balaguer y desafiar -al mismo tiempo- el gobierno de los Estados Unidos con la planeación y ejecución del secuestro del agregado militar de su embajada en Santo Domingo, coronel Donald Joseph Crowley, perpetrado el 24 de marzo, para forzar al gobierno dominicano a un canje de este oficial estadounidense por veinte presos políticos -entre ellos el moreno- que fueron liberados dos días después y enviados al exilio con destino a México.

Esta operación audaz decretó la muerte a tiros de Morales Efres el 16 de julio,  cuando fue localizado por un contingente policial en la calle José Contreras, próximo a la avenida Alma Mater, de la capital, en la residencia del catedrático arquitecto René Sánchez Córdova, entonces decano de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Y también fue la causa del asesinato del joven ingeniero Amín Abel Hasbún, el 24 de septiembre en su hogar, frente a los ojos de su esposa Mirna Santos y su pequeño hijo Amín.

Igualmente, el secuestro referido desató la persecución implacable de todos los sospechosos de participar o colaborar con esa agresiva maniobra y aumentó de modo significativo la represión política por la detención indiscriminada de decenas de jóvenes revolucionarios que -en diferentes lugares del país- no ocultaron sus simpatías con las posiciones políticas de izquierda.

En medio de esa circunstancia fue que el profesor Bosch pronunció su charla por Tribuna Democrática y ponderó su firmeza en marcar distancia del MPD con la apertura de una escuela política dentro de su partido, que tenía como objetivo evitar las desviaciones ideológicas que afectaba al sector juvenil y causaba violencia y luto en el país.

Al respecto, estas fueron sus palabras: “Yo no podía evitar que los jóvenes fanatizados por una política incorrecta murieran sin ningún provecho para ellos o para el país; pero podía evitar, y tenía que hacerlo, y me dediqué a hacerlo inmediatamente, que la juventud perredeísta cayera en esa trampa mortal, y sobre todo que la masa del pueblo pusiera su esperanza de un cambio que la liberara de la miseria y del terror en una ilusión irrealizable y en una aventura disparatada”.

Añadió Bosch que “cuando vi esa confusión, que podía llevarnos a verdaderas catástrofes para el movimiento revolucionario, me dispuse a decirle la verdad al pueblo, a cualquier costo, porque yo no tengo ninguna clase de temor a las consecuencias de decir la verdad. Cualquiera puede dedicarse a la tarea de confundir más a la juventud diciéndole que yo vine a apagar los fuegos de la revolución y, como dicen los dirigentes del MPD, a atacar a los partidos de oposición en vez de “combatir al gobierno antipopular de Joaquín Balaguer”.

Con ese análisis crítico, el líder político reprobó los planteamientos que de manera metódica y constante venía haciendo el MPD en los últimos dos años para justificar el denominado “Golpe de estado revolucionario”, al amparo de la confianza ciega depositada por sus líderes en la figura militar del exgeneral Elías Wessin y Wessin, convencidos de que podía derrocar el régimen de Joaquín Balaguer.

De acuerdo al criterio de Bosch, esos líderes eran espontaneístas y soñadores; vivían de espaldas a  la realidad, sin reparar en que se había esfumado el poder militar que exhibiera Wessin durante el derrocamiento del gobierno constitucional de 1963 y más adelante, en la guerra de Abril de 1965. Y que, por tanto, no estaba en capacidad de tumbar a Balaguer por la fuerza.

Por eso, Bosch consideraba descabelladas las ideas emepedeístas en cuestionamiento, al estimar que en el mismo momento en que se formaron, sus sustentantes “olvidaron la ideología y se dedicaron a lo que en la ciencia política se llama pragmatismo; lo que equivale a decir que abandonaron el camino ideológico que seguían antes y se dedicaron a andar por el monte sin rumbo, a ver qué hallaban”.

En opinión del líder perredeísta, esa línea política había llevado al MPD al fracaso total, pues “apostaron todo su dinero, la suerte y la vida de sus hombres, a un gallo que no era de ellos; a un gallo que estaba en una traba ajena, y cuando se le presentó la hora del desafío, los dueños de ese gallo no lo llevaron a la gallera”.

Agregó que los líderes del MPD pensaron que Wessin tenía alguna influencia en un sector de las Fuerzas Armadas y la Policía, que se le uniría para tumbar al doctor Balaguer. Así explicaron su respaldo a una acción de esa naturaleza, pero con la inventada teoría del golpe de estado revolucionario, seguido de un gobierno liberal burgués que enfrentaría a los yanquis, y le hicieron creer a una parte de la juventud que eso era lo que decía el marxismo-leninismo que debía hacerse de acuerdo con la ciencia política que enseñaron Marx y Lenin.

Bosch calificó de equivocada la alianza del MPD con el líder del Partido Quisqueyano Demócrata (PQD), porque  “no todos los enemigos del gobierno del presidente Joaquín Balaguer podían llegar a ser revolucionarios”. Y afirmó que el MPD “estaba cometiendo una gran tontería, porque entre los enemigos del gobierno hay grupos y partidos que luchaban solamente por sacar del gobierno al doctor Balaguer para ponerse ellos en su lugar, no para favorecer desde el gobierno los intereses del pueblo”.

El expresidente de la República rebatió las teorías expuestas por los principales líderes del MPD cuando intentaron justificar dicha alianza. Ellos defendieron un supuesto pacto realizado por Vladimir Lenin y la burguesía rusa en 1917, para vencer el zarismo y alcanzar el poder. También la alegada alianza entre Mao Tse-tung y Chiang Kai-shek, en la larga y sangrienta guerra de China contra Japón, culminada en septiembre de 1945; así como la discutible relación entre Fidel Castro y la oligarquía cubana para tumbar a Batista en 1959.

Bosch aseguró que esa tesis del MPD era una invención asombrosa, ya que nunca se había visto una falsedad similar desde que se formaron los partidos marxistas; pues ni Lenin hizo pacto alguno con los alemanes, ni Mao Tse-tung permitió nunca que el general Chiang Kai-shek penetrara en su territorio y diera órdenes a sus soldados.

Ilustró que Mao Tse-tung sólo tuvo una entrevista con su adversario chino, siendo su objetivo establecer las bases de un acuerdo de paz; mientras que Fidel Castro “se encaramó en la Sierra Maestra seguido solamente de miembros de su partido, el Movimiento 26 de Julio, y no aceptó alianza de ninguna especie con ningún otro partido, ni siquiera con el Comunista, que en los primeros tiempos de la Revolución Cubana acusaba a Fidel de aventurero”.

Formación de dirigentes

Durante los meses de junio y julio de 1970 el profesor Juan Bosch consagró sus esfuerzos a crear dentro de su partido un centro de formación política, conocido por sus siglas de Cedeforpo, que fue el resultado de numerosas consultas e intercambios de ideas que facilitaron la elaboración de un plan educativo sencillo, manejado con los limitados recursos aportados por los miembros de su organización, pues en ese tiempo las entidades políticas no recibían dinero del erario.

Al enterarse del proyecto educativo boschista, el MPD emitió una declaración pública el 28 de agosto, insertada en espacio pagado en el diario El Nacional, donde aseguraba que el partido blanco se estaba atomizando al abandonar la lucha activa contra el régimen de Balaguer “para poner en primer lugar la educación académica de las masas en base a la tesis de la Dictadura con Respaldo Popular”.

Bosch comentó esa opinión asegurando que tenía su raíz en el inocultable espontaneísmo del MPD, palpable en su frase favorita de que “las masas se educan en su propia lucha”. Lo que le hacía ver como un delito que otro partido se dedicara a proporcionar educación política o académica a sus dirigentes de base.

Advirtió que “las masas se educan en su propia lucha” sólo cuando “tienen principios políticos conscientes” o están dirigidas por cuadros políticamente bien preparados”. Por lo cual, “oponerse a las tareas de cualquier tipo de educación es algo tan increíble que uno lee lo que dijeron esos líderes del MPD y se queda frio del asombro”.

Añadió que su partido ofrecería educación política a sus dirigentes de base aunque no les gustara a los líderes del MPD, que “esperaban seguir explotando en su provecho la falta de educación política de los perredeístas, porque es mucho más fácil confundir y arrastrar a la gente que no tiene conocimientos que a aquellas que los tienen”. Y lamentó que dichos dirigentes no adquiriesen también formación académica, para hacer de ellos “hombres mucho mejor preparados para la vida y para comprender los fenómenos políticos”.

Bosch cuestionó la seriedad de la dirección del MPD por el derroche de energía que emplearon para “desprestigiar públicamente una tarea tan importante como la de educar políticamente a una parte de la población”. Y consideró que para la salud del partido blanco era indispensable que sus dirigentes “adquieran conciencia política a base de educación seria, planeada para ellos, hecha y propagada en la lengua del pueblo a la medida de la manera de pensar de las mujeres y los hombres del pueblo”.

Igualmente reveló que la escuela política del partido blanco contaba con el respaldo de una institución de estudios superiores que  había autorizado ya iniciar un primer curso de tres meses, “con la idea de poner a prueba los programas, los profesores, las materias que se enseñan y en general toda su organización”. Los primeros perredeístas que participaron en este proyecto fueron los miembros de la Juventud Revolucionaria Dominicana, de San Cristóbal  y los integrantes del comité municipal de Santiago Rodríguez.

Bosch explicó que en Cedeforpo la juventud de su partido y los hijos del pueblo encontrarían “un material indispensable para formarse hoy con miras a transformar la sociedad dominicana” y que allí podrían estudiar materias de ciencias políticas en un nivel medio y poner a prueba su capacidad de obtener ideas firmes, disciplina consciente y conocimientos políticos básicos para la formación de un partido unido en las ideas y la acción, aunque eso no le agradara “a los líderes de ciertos partidos de izquierda que hicieron cálculos alegres a base de que ellos pondrían la sal y el PRD pondría la carne, a pesar de lo cual ellos serían los que se comerían la carne”.

Consideró que esta obra repercutiría en la sociedad como material también indispensable para la formación de los jóvenes, especialmente aquellos que estaban organizados en un partido donde había “sentimientos y mística partidista”, pero que carecía de adoctrinamiento para estar fuerte y unificado, con sus miembros pensando y actuando de manera coordinada y donde “cada uno haga una parte de la tarea que les toca hacer a todos juntos”.

Bosch destacó que “los partidos son asociaciones de hombres y mujeres que deben tener una cabeza, en la cual debe haber ojos para ver el país y lo que pasa en él, oídos para oír lo que se dice, nariz para oler lo que está podrido y boca y lengua para hablar y un cerebro para reconocer la verdad y distinguirla de la mentira, así como para interpretar los hechos y decidir qué debe hacerse y qué no debe hacerse”.

El líder perredeísta había manifestado, en una alocución anterior por Tribuna Democrática, de fecha 25 de mayo de 1970, que en el país había “cientos de miles de jóvenes que por la irresponsabilidad de los grupos que han gobernado el país no han podido hacer estudios universitarios o de bachillerato. Esos jóvenes que no han pasado el octavo curso y con frecuencia ni siquiera han llegado a él, tienen hambre de conocer la verdad a través de la ciencia política, y por eso ven con simpatía las ideas que se llaman marxistas-leninistas”.

Deploró que en nombre del marxismo leninismo se adoctrinara a los jóvenes con falsedades como decir que “desde su llegada al país, en lugar de combatir el gobierno antipopular de Joaquín Balaguer, como esperaba el pueblo, ha enfilado sus ataques verbales contra los partidos de oposición”.

Expresó que “en la política no se pueden hacer esas cosas en balde, pues el que interpreta incorrectamente la realidad política va al fracaso, así como el que no quiere o no puede darse cuenta de que ha tomado un camino que da en un precipicio y se encuentra al final que o se tira por ese precipicio o tiene que pararse o tienen que devolverse”.

Resaltó que “en un partido político tiene que haber algo más que los sentimientos; tiene que haber ideas, y para que haya ideas éstas deben ser conocidas por sus miembros, y para que esas ideas sean conocidas y apreciadas y seguidas por los miembros de un partido, éste tiene que difundirlas, propagarlas, y aun mejor, enseñarlas de manera metódica. A esa tarea es a la que se llama adoctrinamiento político o educación política y últimamente, según una palabra fea y difícil, que no es de nuestra lengua, se llama concientización”.

Finalmente, se debe resaltar que cuatro años después de esta polémica de Bosch y el partido de la bandera roja y negra dirigido por el moreno y Otto Morales, el comité central del MPD volvió a tener una relación estrecha y duradera con el partido blanco, aunque para entonces Bosch había abandonado esa organización política para fundar el Partido de la Liberación Dominicana. Eso fue en 1974, cuando el doctor José Francisco Peña Gómez lo integró al Acuerdo de Santiago, para desafiar nuevamente la reelección de Joaquín Balaguer.

Esa coalición política presentó entonces la candidatura presidencial del hacendado vegano Silvestre Antonio Guzmán Fernández, teniendo de compañero de boleta al exgeneral Elías Wessin, quien se encontraba en el exilio purgando la pena de haber conspirado en 1970 y 1971 contra el gobierno de Balaguer. Sin embargo, este frente electoral decidió abstenerse de participar en los comicios, denunciando la grosera movilización de militares y policías en respaldo a la reelección balaguerista y la ausencia total de garantías ciudadanas para la celebración de unas elecciones mínimamente libres.

Sebastián del Pilar Sánchez

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