De pie frente a un podio sencillo, con la bandera tricolor a su lado, vestido adecuadamente, se presentó Hipólito Mejía durante un discurso de apenas 12 minutos para anunciar, no solo su disposición, ya conocida, de aspirar nuevamente a presidente de la República, sino, lo más importante desde mi punto de vista, el país que necesitamos y por el cual debemos trabajar y luchar, así como la manera de lograrlo.
“…es necesario articular una mayoría con la participación de los sectores políticos, empresariales, religiosos, sociales, sindicales y populares, así como la de los ciudadanos independientes, comprometidos con el bienestar social”, puntualizó el ex presidente de la República y líder indiscutible del Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Y añadió: “La unidad de todos los sectores del país es necesaria y urgente. No se trata de un desafío de una candidatura presidencial, ni de un problema exclusivo de un partido. Por eso hago un llamado a la sociedad, a los partidos políticos, a los empresarios y profesionales, a ponernos de acuerdo para sacar al país de la encrucijada a la que ha sido llevado”.
Despojado de cualquier vestigio se sectarismo dijo que es necesario “integrar una boleta electoral que reserve un lugar especial a los mejores hombres, mujeres y jóvenes, representante de esos sectores”.
Hipólito expresó su convencimiento de que con una política de alianza, sobre la base de un programa de gobierno consensuado será posible ganar las elecciones presidenciales, congresuales y municipales para enrumbar el país por los caminos del progreso y la prosperidad de las grandes mayorías, evitando que vuelva Leonel Fernández al poder.
“Fueron precisamente esas manos arrogantes e indolentes, distanciadas de los valores y principios morales que nos legaron los fundadores de la dominicanidad, las que abrieron la compuerta a la corrupción que hoy nos arropa y desangra como sociedad”, dijo el ex mandatario.
El contenido del discurso me gustó. De igual modo me gustó ver a un Hipólito maduro en su expresión, sereno, confiado y firme, con un lenguaje corporal propio de un líder y estadista experimentado tanto por su paso por el Estado, como por los años en la política. Los años no pasan en balde.
“Como es mi costumbre, estaré siempre apegado a la búsqueda de la unidad, al respeto de los principios democráticos y al espíritu de compañerismo defendiendo el derecho a elegir y ser elegido que tienen todos los compañeros y compañeras a participar en una convención libre y democrática”. Más claro, no el agua. Así habla un líder a su pueblo, así habla un estadista, así habla un hombre preocupado por su país.
En tan solo 12 minutos delineó a grandes rasgos, las líneas fundamentales de un posible programa de gobierno consensuado; en menos de un cuarto de hora, propuso como alcanzar las metas convocando a todos los sectores sensatos.
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